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lunes, 31 de mayo de 2010

Perdida .. capitulo 10: Pista, ángel


Capítulo X: Pista, ángel


(Edward's Point of View)

De acuerdo, había cometido otro error.

Jamás debí haberle pedido a Emmett que viniera a Nueva York, debería haber sabido que no se tomaría la cosa en serio.

La noche fue larga, Emmett no volvió hasta las tres y media de la madrugada. Hubiera o no hecho sonreír a Bella, me tomaría un milenio borrar de mi cabeza la imagen de Emmett sosteniéndola tan cerca de él. La manera en que había colocado las manos en sus caderas… tenía suerte de que no se las hubiera arrancado. Se defendió diciendo que estaba ayudando, pero esa no era la clase de ayuda que esperaba recibir de mi propio hermano. Su argumento de que estaba intentando probar un punto y darme coraje era tan idiota que ni siquiera había sabido qué responderle.

Parecía divertirse mucho con esto. Debería habérselo pedido a Alice; todo lo que ella habría hecho sería llevar de compras a Bella. Si no se marchaba a casa en una semana o menos, le pediría a Rosalie que viniera a buscarlo.

Ahora tenía otras preocupaciones.

La semana pasada había sido una mórbida forma de tortura. Vaughn había llevado a Bella a dos citas. Aborrecía con todo mi ser verla con Thomas pero también amaba observarla cuando no se hallaba tan a la defensiva, como se mostraba a mi alrededor. La parte que más detestaba y temía era que, con cada encuentro, ambos parecían involucrarse cada vez más. Los sentimientos de Vaughn por Bella no eran ni cercanos en intensidad a los míos, pero sí eran, de hecho, bastante fuertes. Estaba jugando sus cartas bien, intentando ablandarla lentamente para que no huyera.

Para mi disgusto, parecía funcionar.

Había vuelto a casa de su último juego del domingo premiado por su talento. Se estaba sintiendo muy bien. En sus citas, algunas personas se acercaban a ellos para pedirle su autógrafo y Thomas siempre los complacía con gusto. Me pregunté cómo se sentía Bella respecto a eso. Conmigo, estaba condenada a las sombras, a no ver la luz del sol, los secretos eran la clave de los de nuestro tipo. Aquí ella era directamente llevada a la claridad. ¿Preferiría esta vida con Thomas a la constante evasión?.

Esta noche había sido su tercera cita, Vaughn la había llevado al Teatro de Ballet Americano y, cuando habían salido, la había besado en la frente por un largo segundo antes de entregarle un zapato de ballet cubierto en diamantes para atar al brazalete. Me pregunté cuántos adornos más serían añadidos.

Esto se estaba volviendo demasiado. Necesitaba ser algo más que una sombra en su vida, tenía que estar unido a ella de alguna manera. No me quería, ya lo había aceptado, pero una idea vagaba mi mente: quizás si me quedaba aquí después de que las negociaciones hubieran terminado, podría ser su amigo. Entonces, no sería un patrón tan extraño verla de vez en cuando. Podría escuchar su voz, su risa, y ver sus hermosos ojos. Aún podría escuchar su corazón. Me quedaría y sería lo que fuera que ella quisiera, podría obtener de mí lo que ella pidiera.

Estaría allí cuando tuviera hijos, en todos lo grandes eventos de su vida, para darle ánimos, aliento, y cuando envejeciera podría cuidar de ella de alguna manera. Cuando eventual, inevitablemente… ni siquiera podía pensar en ello.

Cuando muriera… estaría ahí. Estaría allí para escuchar el último latido del corazón más hermoso que el mundo alguna vez conocería. La seguiría. La encontraría.

Vaughn la había llevado luego al Tavern On The Green, aquel restaurante en la esquina del Central Park al que yo siempre había querido invitarla. Habían tenido una cena larga y tranquila y habían ido a recorrer el parque en un carruaje.

Sólo dos citas más y Vaughn le haría la pregunta. Llegados este punto no podía imaginarme que le rechazara a él y a todo lo que conllevaba.

Era una noche fresca y se habían acurrucado juntos compartiendo una larga y gruesa manta, el cabello de ella casi rozaba su mejilla. En la mente de Thomas pude ver cómo la miraba. Sus pensamientos estaban llenos de conflictos. Fruncí el entrecejo mientras escuchaba la pregunta que quería hacerle. No tenía sentido.

- Bella - dijo repentinamente - algo me ha estado carcomiendo por dentro. Hay una imagen tuya que no puedo sacarme de la cabeza y necesito preguntarte algo. Te prometo que no volveré a sacar el tema a colación. Si es demasiado personal o muy pronto para preguntarte, sólo dímelo, ¿de acuerdo? - parecía nervioso ante su respuesta.

- Está bien - dijo. Su voz era sofocada por la manta.

- ¿Hay alguna parte de ti que siga enamorada de Edward Cullen? – él estaba pasando un verdadero infierno esperando su contestación pero yo ya sabía la respuesta. Me estremecí internamente y esperé a que hablara.

Le tomó un momento pero cuando lo hizo, su voz era baja y seria.

- ¿Hay alguien de tu pasado a quien no puedes olvidar?.

Se sintió incómodo por un momento y pude ver en su mente el rostro de una atractiva adolescente de largo cabello oscuro.

- Bueno, hubo una chica con la que salí en mi último año en el instituto en la que pienso de vez en cuando. Ella se mudó y nunca volví a escuchar de ella.

Bella habló otra vez luego de suspirar.

- Eso es lo que es exactamente Edward para mí. Él fue mi primer amor… y luego se fue - a través de Thomas pude ver el profundo dolor en sus ojos, el dolor del que Jasper me había hablado. Ella nunca me había dejado verlo. Tragó saliva con dificultad -. Fue difícil, pero volví a hallar mi camino. El tiempo encuentra el modo de, lentamente, obligarte a aceptar y superar.

- ¿Así que lo has superado? - su contestación le había dado aliento.

- Aquella fiesta en el Waldorf fue la primera vez que le he visto en siete años - su mirada era preocupada. Cerró los ojos por un momento y luego continuó -. Me dijo que me quería tantas veces… y luego todo cambió. Me dijo que no le convenía, me prometió que no volvería a verle. Sólo me tomó con la guardia baja esa noche. Lo estoy llevando mucho mejor - sus ojos se entrecerraron con dolor en una mirada perdida.

Thomas estaba casi eufórico de alivio por su respuesta. Le creía. No veía lo que yo sí reconocía en sus ojos.

- ¿Puedo hacerte otra pregunta? - dijo, y Bella asintió -. Dijiste que Edward te decía que te quería, ¿él aún está enamorado de ti? - parecía nervioso otra vez.

Le respondió sin vacilar, haciendo énfasis en cada palabra con firme convicción.

- Él nunca me amó.

El aire escapó de mis pulmones mientras me tensaba, aturdido.

- ¿Estás segura? - preguntó. Se había mostrado tan confiada en su respuesta que me sorprendía que Thomas dudara de ella. Se mordió el labio -. Vi el modo en que te miraba en la fiesta y en tu oficina.

Bella intentó hablar pero su voz se quebró.

- Si hay una cosa de la que estoy segura en este mundo - dijo finalmente - es de que Edward Cullen no me quiere ahora ni me quería entonces. No fui nada más que un simple entretenimiento para él.

Me senté en el suelo frío como la nieve con la cabeza entre las manos.

Todo este tiempo ella de verdad lo había creído.

Escapaban sollozos de mi pecho. Marqué la mandíbula y me gruñí a mí mismo.

A mi mente acudió la escena que había rememorado un millón de veces. Veía sus ojos oscurecerse con desesperación mientras permanecía de pie allí, detrás de su casa, diciéndole que me iría sin ella, prometiéndole que nunca volvería. Le había dicho que la había querido, de una forma, pero que ahora tendría muchas distracciones. Le había dicho que a donde me marchaba no era un buen lugar para ella. A dos kilómetros había caído abatido al suelo abrazándome las rodillas para combatir el dolor, pero eso nunca lo sabría.

Había pasado sus últimos siete años en su propio infierno, justo como yo. Yo era el único que podría haberlo arreglado y, en lugar de eso, me acurruqué en una selva de Brasil y luego me lamí las heridas en Irlanda. Ella había luchado contra esto cada día, ella había sido la más fuerte.

Estaban caminando lentamente por la acera, llegando a su edificio. Él la mantenía cerca, frotándole los brazos. Maldije el clima frío. Contuve el aliento para ver si Bella se despediría de él en el vestíbulo o si esta vez le invitaría a subir con ella. Me habían dado ánimos los abrazos y los besos en la mejilla que le daba después de cada cita y había disfrutado enormemente los desolados pensamientos en su cabeza cada vez que él la veía entrar al elevador sola.

Esa noche, sus visiones sobre ella iban por camino propio. Apreté los dientes y les miré, sin poder hacer nada, a través de la calle. Ella se estaba volteando luego de despedirse, pero él la tomó y colocó sus manos a cada lado de su rostro. Permanecieron sin moverse un segundo, mirándose el uno al otro, y luego él se acercó.

Ella no le detuvo.

Marqué la mandíbula y vi cómo sus labios tocaban los de Bella. El beso empezó bastante calmo, pero luego cambió a algo más. Sentí un involuntario gruñido situarse en mi pecho. Mis pensamientos se volvieron impresionantemente asesinos hacia Thomas y sentí la ponzoña caliente como lava ardiendo en mi garganta mientras los músculos de mi espalda se tensaban y el monstruo en mi interior me pedía que fuera hacia él y atacara. Me tragué el veneno dolorosamente, viendo cómo sus manos se deslizaban por su cuerpo, acercándola incluso mása él.

Al principio había luchado contra la imagen, volteando el rostro, sin poder soportar el verlo, pero finalmente hice la única cosa que me mantendría cuerdo. Cerré los ojos y me dirigí a su mente, intentando apreciar toda su cercanía con Bella.

Sentí sus labios suaves y la calidez de su piel mientras la sangre palpitaba en sus venas, sentí su cuerpo contra el de él. Gruñí internamente cuando él la atrajo aún más hacia sí. Sentí la curva de su espalda que amaba tanto. Las manos de Vaughn se deslizaron hacia arriba y flexioné mis dedos cuando sentí sus costillas, luego sus brazos y sus hombros. Susurré su nombre cuando él recorrió su cuello y rostro y marqué la mandíbula cuando sentí a Bella apoyar sus cálidas manos en sus mejillas.

Enterré la cabeza entre mis manos y sollocé cuando sus labios se separaron levemente mientras le besaba. Podía sentirla, olerla, degustarla. Estaba perdido en el beso y aunque lo odiaba, me sentí vacío otra vez cuando ella se retiró, poniéndole fin.

Estaba, aquella noche de viento helado, sentado sin aliento, anhelando con todo mi ser poder sentirla otra vez.

Abrí mis ojos y miré el vestíbulo; ella le estaba observando y yo quería saber con agonía qué pensaba. ¿Se estaba dando cuenta de que le amaba? ¿Le acercaría a ella y comenzaría a besarle otra vez? ¿Iba a tomar su mano y guiarle hacia el elevador?. Cada idea me destrozaba.

¿Qué podría llegar a querer conmigo si podía tener a alguien humano? Alguien cálido, con un corazón latiendo y un pulso, alguien que no quisiera su sangre. Alguien que no pudiera arriesgar su vida en un momento de descuido, que le pudiera dar hijos y envejecer con ella.

Estaba aliviado más allá de la razón cuando le dijo buenas noches y subió sola a su apartamento. Observé con envidia a Thomas mientras detenía a un taxi y se alejaba.

Tenía las manos cerradas en puños con los sentidos alerta y aún estaba lleno de adrenalina por contemplar su beso desde su mente. Reviví la escena en mis pensamientos y supe que ella se enamoraría de él.

Volví a apoyar la cabeza entre las manos cuando sentí el beso una vez más. Lo disfrutaba, queriendo probarla otra vez… en mis labios.

Entonces mi mente vagó a nuestros besos.

Había algo diferente en esta escena, algo sobre el beso con Thomas, que estaba intentando descubrir.

Y entonces supe qué era. La manera en que Bella había reaccionado al besar a Thomas era completamente diferente a como se comportaba cuando me besaba a mí. Ella nunca se había apartado, era siempre yo el que debía terminar con reticencia nuestros abrazos. Recordaba cómo sus manos se enredaban en mi cabello y cómo sus brazos apretaban mi cuello, cómo su corazón se detenía y luego recuperaba el ritmo y cómo podía sentir su cálido aliento a mi alrededor. Una vez se había desmayado en mis brazos. Ninguna de esas cosas había sucedido cuando besó a Thomas. ¿Era sólo el abandono fuera de control propio de una adolescente lo que la hacía reaccionar así en ese entonces?.

No estaba tan seguro.

¿Era posible que hubiera una pista en esto? ¿Aún me quería? ¿Estaba ocultando sus sentimientos por mí, por miedo y dolor? ¿Era yo el único que podía resurgir en ella la alegría y la sensación del verdadero amor, tal y como ella lo hacía en mí?

Sentí la adrenalina otra vez, pero por una razón muy diferente.

No iba a rendirme sin luchar.

Estaba harto. Harto de ver en la distancia, torturándome a mí mismo con lo desconocido, harto de autocompadecerme y de vivir en el pasado. Quería un futuro y lo quería con Bella. Tenía que decirle cuánto la amaba y la quería conmigo, para siempre, y que nunca la dejaría, que nunca podría. Si estábamos destinados a estar juntos, a ser únicamente felices cuando nos juntáramos para la eternidad, no iba a ser tan estúpido de no tomar esa chance.

Miré la cima del rascacielos cuando vi una luz encenderse. Bella estaba adentro, por suerte sola. Pero no por mucho tiempo.

Me senté en el banquillo y observé mi santuario.

Ella era lo más cercano al cielo en el que alguna vez estaría. Si había alguna oportunidad de tener a Bella para siempre, encontraría el modo.

Iba a luchar por ella. Y no iba a hacerlo limpio.

Empezaría esta noche.

(Bella's Point of View)

Mis labios todavía se sentían adoloridos por haber besado a Vaughn.

Salí del elevador y abrí la puerta. Podía escuchar el silencio y el reloj era el único sonido -tick, tick, tick- mientras permanecía en el umbral preguntándome cuál debería ser mi siguiente paso. Dejé la chaqueta en una silla y el bolso en la mesa, pero aún así en lo único que podía pensar era en el beso que Vaughn me había dado.

Tenía frío. Me estremecí y me envolví en mis brazos.

Prende la chimenea, dijo mi subconsciente. Prendí una luz para ver a la oscuridad y me acerqué para encender el fuego.

No había besado a nadie desde…

Me pasé los dedos por los labios con aire ausente.

Había tratado con todas mis fuerzas devolverle el beso. Automáticamente había colocado mis manos en su rostro, intentando responderle del modo en que él estaba esperando. Me había dicho a mí misma que esto, estar con Vaughn, era lo que quería. Un solo beso me había dejado en claro que había estado terriblemente equivocada al pensar que podría intentarlo.

Nada sería capaz de compararse a aquellos labios duros y fríos que tan dulcemente se deslizaban sobre los míos. Ahora lo sabía. Besar a Vaughn había sido casi una traición para mí misma; mi corazón exigía a aquel que lo hacía latir frenéticamente. Había esperado el deseo, el calor, la necesidad de acercarme y sentir sus labios sobre los míos y enredar los dedos en su cabello, pero no había habido nada de eso. Nada.

Recordaba el haberme enamorado, la experiencia más fácil e intoxicante que había vivido. Nunca había tenido que forzar ninguna sensación, ningún latido acelerado. El único problema que había tenido era tener que controlar esas emociones.

No me había enamorado de Vaughn, no podría hacerlo, y si no podía cosas así por alguien como él, entonces el panorama no era muy alentador.

Me dirigí a mi habitación.

Mi mente estaba completamente ocupada mientras me cambiaba a mi pijama y me sentaba en suelo frente a la chimenea. Me abracé las rodillas y observé el fuego crepitando, ondeando. Lentamente, las llamas me paralizaron, reflectando sombras a mis espaldas y envolviéndome en su calidez.

Aún así, me sentía fría por dentro.

Esa noche, cuando había besado a Vaughn, había sentido como si Edward estuviera justo allí, a mi lado. Cerré los ojos y rompí la regla principal: comencé a pensar en él. Recordé su elegancia, su belleza, y sentí mi alma relajándose por primera vez en mucho tiempo.

Me recosté en el suelo, mirando las llamas y perdiéndome en los recuerdos que siempre había intentado evitar. Cerré los ojos otra vez y sentí las lágrimas cayendo por mis mejillas cuando elegí el momento favorito, el que había combatido con más fuerza que ningún otro, el lugar donde me había tocado en serio por primera vez. Donde había apoyado la cabeza contra mi pecho para escuchar los latidos de mi corazón.

El prado.

Ah, el prado.

Todavía podía sentir la ligera brisa alborotándome el cabello y meciendo las flores mientras deslizaba los dedos por su piel cubierta de miles de diamantes. Podía sentirme a mí misma acurrucándome contra sus brazos hasta que el sol había comenzado a descender. Aquella había sido la primera noche que había pasado en los brazos de mi ángel.

El prado estaba tan lejano, no sólo en distancia, sino también en circunstancia, que parecía un cuento de hadas sacado de mi imaginación. La mayoría del tiempo, el recuerdo era etéreo y desenfocado. Sólo esta noche parecía tan real que si estirara la mano sentiría en los dedos el mármol frío.

Dejé que los recuerdos de cientos de noches junto a él inundaran mi mente y me pregunté si me hubiera entregado tan fácilmente si hubiera sabido que nunca me había querido, que se iría.

La respuesta era un rotundo sí.

No estaba segura de alguna vez haber tenido elección. Desde el primer momento en que le había visto, clamaba su contacto de cada manera posible.

Mientras permanecía allí, mirando las luces reflejándose a mi alrededor, era como si miles de fantasmas volvieran, cada uno cargando un recuerdo, entrando y saliendo. Dejaría que esta noche fuera toda para Edward, pero sabía que demasiado pronto la luz volvería a la ventana y sería otro día. La realidad tomaría el lugar de todo lo anterior a esta noche.

Mañana sería doloroso pero, ahora, no me importaba.

¿Cuántos días me quedaban? La vida parecía tan larga sin él…

Mi mente revivió todas aquellas cosas arriesgadas que había hecho para mantener su voz en mi cabeza. Cruelmente, el tiempo también me había arrebatado aquello. No importaba lo que hiciera, gradualmente la voz de terciopelo se alejaba más y más, hasta que se silenció para siempre.

Sabía que mientras el tiempo continuara el recuerdo de su rostro se ensombrecería, cada vez sería más difícil rememorar la precisa textura de cabello y su color, tendría que usar todas mis fuerzas para recordar la sensación de sus labios en mi mandíbula.

Pero el corazón nunca olvidaría. Se rebelaría y lucharía contra cualquiera que no fuera el que lo acelerara, detuviera y reanudara todo otra vez. Mi corazón nunca amaría a otro.

Intentaba acordarme de las razones que me había dado a mí misma para despertar cada día. Esta tortura de la pérdida era tan fuerte… no sabía cómo era posible haber soportado todos estos años de dolor y aún seguir aquí.

Pero esta noche, sólo esta noche, olvidaría a todo el mundo y dejaría que fuésemos sólo nosotros dos.

Sentí mis párpados cerrarse y los abrí otra vez. Pronto me dormiría allí, rodeada de todas las escenas junto a él. Mis ojos estaban repletos de lágrimas pero cuando se cerraron otra vez, pude ver a Edward viniendo a acostarse a mi lado, con su rostro iluminado por el fuego.

Sonreí. Mis sueños estaban comenzando.

Fui a reunirme con la larga noche llena de recuerdos de mi único amor, de mi ángel.

A la mañana siguiente cuando desperté, mi mejilla ardía. Primero pensé que era por el calor del fuego, pero luego me di cuenta que era el tipo de ardor de un contacto helado provocado sólo cuando Edward me tocaba.

Mi mente estaba completamente repleta de imágenes de lo que había sucedido la noche anterior. Mis sueños habían sido casi absurdos de tan bellos que eran, de tan reales que parecían. Podía escuchar su voz de terciopelo hablándome con calidez en esa perfecta articulación formal que sólo podía adquirirse en un siglo pretérito. Durante toda la noche me había dicho de cien maneras diferentes cuánto me amaba, me había susurrado cómo me quería para la eternidad y lo mucho que lamentaba cuánto me había herido su partida.

En sueños, yo había musitado su nombre.

Rodé hasta quedar boca arriba y vi que tenía una almohada y una manta que recordaba que había estado en mi cama. Lo que no recordaba era haberlas ido a buscar la noche anterior.

Me acurruqué contra ella, contra su suavidad, mientras tomaba un profundo respiro. Pude oler la característica esencia de Edward y cerré los ojos, atrayendo la manta hacia mi rostro por un largo segundo.

Entonces, mientras despertaba, me di cuenta de que no podía estar en lo correcto. No había modo de que ese fuera el aroma de Edward.

Inhalé de nuevo y sí, lo era. Jamás podría ser imitado.

Me incorporé sobre un codo y sentí las lágrimas secas en el rostro. Los rayos solares se colaban por la ventana y una fina línea de luz recorría mi pierna hasta la chimenea. Me apoyé en la alfombra para levantarme y me sorprendí al notar que el espacio a mi lado estaba frío como el hielo. Deslicé los dedos sobre él y me pregunté cómo podría ser posible.

Enterré los dedos en el material y miré a mi alrededor con rapidez. Mi corazón se detuvo por un momento y entonces reanudó su ritmo veloz.

Me puse de pie y caminé de un lado a otro por mi apartamento, comprobando que todo se hallaba en su sitio. Me acerqué a la puerta y vi que estaba cerrada para luego, lentamente, volver al lugar en el suelo donde había dormido la noche anterior.

Nada había sucedido; habían sido sólo mi imaginación, mis sueños y la realidad entrelazándose y jugándome trucos nuevamente.

¿Pero entonces por qué todo el lugar se sentía tan diferente? Absurdo.

Miré de un lado a otro una vez más. No se podía oír ningún sonido, nada.

Era como si un ángel hubiera pasado por la habitación.

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Hola chicas!!Este fue el primer capitulo de esta historia que lloree como una verdadera condenada !!En los otros solo m emosione..Pero este capitulo es muy pero muy fuerte,en el sentido de que En este capitulo los dos muestran que estan lastimados..Solo quiero aclarar que odio a Edward por no haberse quedado al lado de Bella para cuando ella se levantara !!!:'( Hubiera sido lo mejor ..LO QUE TODAS ESPERAVAMOS !!!
Besos y espero sus comentarios(RECUERDEN QUE LA HISTORIA NO ES MIA)

LAP

1 comentario:

Beth dijo...

Ooooooooooooooooooooooooooooh!! Me has quitado las palabras de la boca: es un cobarde por no haber afrontado el despertar de Bella, y más cuando ella había susurrado su nombre.
Espero que siga siendo como siempre y vaya acudiendo todas las noches, hasta que lo pille. A ver si esta vez aclaran las cosas.
Me encantaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa