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sábado, 29 de mayo de 2010

Perdida .. capitulo 9:Sangre


Capítulo IX: Sangre


(Bella's Point of View)

Era mediados de noviembre y el clima había refrescado mucho, mis pulmones ardían por respiraba el aire congelado. Estaba corriendo con más ropas ahora, pero usualmente me tomaba un kilómetro entrar en calor. Cada mañana intentaba concentrarme en el rítmico rock pesado, pero estaba tan ensimismada en Edward que era imposible.

Los asuntos de la toma de la compañía se habían mantenido en programa, me había estado reuniendo ahora por tres semanas ya con Edward, Jasper y sus abogados. Eran las únicas veces en que le veía y me aseguraba de ello. Nunca, desde aquel único día, intentó hablar conmigo afuera de la oficina. Me decía a mí misma una y otra vez que cada vez era más fácil.

No lo era.

En los días en que le veía mi corazón comenzaba a latir desesperadamente mucho antes de la reunión. En los días en que no le veía, me hallaba sombría, sin poder descansar.

Esta mañana le vería a las nueve.

Podía sentir el crujir de las hojas mientras corría, mis piernas se encontraban cada vez más débiles y mi pecho ardía, pero no dejé de correr. No importaba cuánto lo hiciera, nunca se sentía suficiente. Todavía no lo hacía.

Mientras caminaba hacia la sala de conferencias me di a mí misma otro discurso.

No importa lo que Edward haga, no te enojes, no le dejes ver que reaccionas. Manténte tranquila, Bella.

En realidad no era como si Edward hiciera algo en las conferencias. Aparte de lo sucedido en la primera reunión, se mantenía despreocupadamente silencioso en la habitación. Lo cual no significaba que no estuviera activo. Pasaba todo el tiempo viendo y escuchando con esa mente suya, brillante y perfecta, extremadamente atenta. Si recién lo hubiera conocido, estaría impresionada, sorprendida, y probablemente también me pasaría todo el tiempo mirándole como lo hacían las asistentes femeninas que seguían encontrando excusas para entrar en las conferencias. Cada vez que hallaba a una flirteando o mirándole demasiado, la echaba inmediatamente y algunas terminaban con llamadas de atención en sus cubículos al final del día. No iba a arriesgarme, había entrenado a mi equipo tan bien como era de esperarse sin decirles que había dos vampiros en la habitación.

Había sido una batalla cada vez que nos juntábamos.

Justo cuando doblaba en la esquina, recibí un mensaje de texto. Raramente los usaba, prefería gritarle a la gente en persona. Bajé la mirada a la pantalla y la tensión se hizo momentáneamente a un lado.

'Hola, Bells. Sólo quería saludarte. Te extraño. J'

Era de Jake. No había hablado con él desde que había llamado para mi cumpleaños. Entré a la sala aún sonriendo y vi que Edward miraba mi expresión y luego atentamente mi teléfono. No me digas que ahora puedes leer móviles también, pensé. Lo guardé en el bolsillo de mi maletín y borré la sonrisa de mi rostro, apoyando los papeles en la mesa. Saludé al grupo, mirando el rostro colorado de Harry Banks y la vena palpitando con violencia en su frente. Aparentemente, algo que yo había hecho lo había enfurecido. Solía tener ese efecto en la gente.

- Señorita Swan, ¿cuál es el punto de al jefe de las producciones de la Corporación C en Bélgica para ofrecerle un puesto más elevado si se queda luego de la toma?

Ah, una jugada particularmente astuta si me preguntas.

- ¿Le molesta, señor Banks? - cuestioné inocentemente.

- Eso cuenta como soborno, señorita Swan - dijo acusatoriamente.

- ¿Soborno? - reí, condescendiente -. Lo siento, pero creo que confunde la palabra 'soborno' con 'estrategia'. Es un empleado capacitado y quiero que el negocio continúe con sus éxitos luego de que adquiramos la corporación.

- Moviéndonos un poco rápido, ¿verdad, señorita Swan? - dijo una voz de terciopelo con suavidad.

Me congelé por un momento, marcando la mandíbula. Esa voz hacía que cualquier otro sonido pareciera débil y basto en comparación.

Recuerda el discurso, Bella, me dije a mí misma, intentando calmarme. No funcionó.

- Bueno, no puedo darme el lujo de moverme con lentitud - pronuncié cada palabra mientras le miraba -. La vida es corta y una sola, así que voy a sacarle el mayor jugo posible a la mía. No es como si fuéramos a vivir por siempre, ¿verdad, señor Cullen?.

Jasper suspiró con exasperación y se removió en su asiento. La reacción de Edward fue inesperada. No dijo ni hizo nada, sólo tragó con dificultad y sostuvo mi mirada, paralizándome en mi lugar. La corriente eléctrica revoloteando entre nosotros se rehusaba a desaparecer. Nos miramos el uno al otro con firmeza; tuve que abrir la boca para que llegara más aire a mis pulmones.

En ese momento, alguien tocó la puerta. Había pedido que trajeran el desayuno, una especie de gesto de tregua de mi parte. Las asistentes depositaban las bandejas repletas de platos, budines y jugo en la mesa de banquete en la esquina cuando una de ellas retrocedió y golpeó un carro, que se deslizó hasta donde estaba la otra mujer con una fuente. Todos los vasos cayeron y uno se rompió, cortándole con profundidad la pierna.

Me puse de pie con ansiedad al ver la sangre fluyendo. Sólo podía pensar en Jasper, presente en la habitación. Sabía lo que pasaba ante un corte de papel y esto era mucho peor. Mi cabeza giró violentamente en su dirección y le vi mirar de reojo a Edward antes de disculparse con calma y marcharse rápidamente de la habitación. Me volteé hacia Edward con ojos nerviosos y vi que había dejado de respirar. Me devolvió la mirada y asintió con confianza.

Suspiré, aliviada, y observé la puerta con los ojos muy abiertos: Jasper se había retirado con tranquilidad de la sala. Había trabajo muy duro, estaba orgullosa de él.

Me relajé en mi asiento, pensando que lo peor había pasado, cuando dos hombres de mi equipo ayudaron a la asistenta a sentarse en la silla junto a mí, tomando servilletas y presionándolas contra su pierna. Podía oler la sal y el óxido permanentemente en mis fosas nasales, yendo directo a mi estómago.

Tragué saliva y me llevé la botella de agua fría a la frente, pero nada parecía ayudar. Estaba respirando por la boca pero lo sentía con la misma claridad. Por la comisura de mis ojos la habitación comenzó a dar vueltas y los sonidos se hicieron lejanos. La sala se había puesto boca abajo cuando sentí dos fríos brazos de mármol atraparme y alzarme en vilo mientras él me sacaba del cuarto.

Justo al lado había una habitación vacía. Me sostuvo con un brazo mientras abría la puerta y la cerraba a nuestras espaldas. Halló una silla y se sentó con suavidad, manteniéndome con firmeza cerca de él. Sabía que debía retirarme, pero me acomodé y me relajé contra su pecho, tomando grandes bocanadas del aire puro para detener el mareo. Hubo también otro resultado: podía olerle a él.

Había intentando con todas mis fuerzas no acercarme lo suficiente para poder sentir su aroma. Sabía que si abría los ojos este pequeño sueño acabaría, así que los cerré, convirtiendo esto en un recuerdo que permanecería en mi memoria hasta que tuviera noventa y dos años.

Sentí sus brazos duros, los más fuertes que el mundo conocería, estrechándome. Siempre me había sentido tan segura allí… me perdía en su tacto cada vez que me abrazaba. No tenía idea de cuántas veces me había dormido en esta posición con mi ángel, pero sí sabía que estos eran los únicos brazos que alguna vez querría que me sostuvieran en la noche. Pensé, mientras me acurrucaba contra su pecho, en cómo nunca podía escuchar sus latidos, a pesar de que mi corazón, como ahora, palpitaba lo suficientemente rápido como para compensarlo.

Esto nunca me sucedería de nuevo.

Hubo un tiempo en que me perdía en él. Ahora, estaba perdida de una manera muy diferente.

No podía seguir haciéndome esto.

Mis ojos se abrieron con lentitud y vi que me estaba mirando con los suyos, de un ocre oscuro. Parecía preguntar algo de lo cual quería saber desesperadamente la respuesta.

- Gracias, me siento mejor - susurré con voz áspera.

Tragó con dificultad y alzó la mano para apartarme el pelo del rostro, rozándome la mejilla con los dedos. Sus ojos aún taladraban los míos. Esto era tan parecido a un sueño que olvidé los siete años que habían pasado.

Había vuelto. Era otra vez la chica que anhelaba con desesperación su tacto, que suspiraba de placer cuando las yemas de sus dedos apenas acariciaban mi rostro y hacían mi piel arder, que se sonrojaba simplemente cuando me miraba.

¿Por qué tuvo que dejarme?

Inclinó la cabeza hasta apoyar su frente contra la mía y me escuché gemir levemente.

Ah, Edward, te quiero tanto.

Quería envolverle el cuello con los brazos tan fuerte como me fuera posible, atraerle hacia mí y obligarle a que me dijera que era todo un error. Quería que me dijera que en realidad me había querido todo este tiempo y que me prometiera que nunca me dejaría otra vez.

Cuando fantaseaba, lo hacía hecho y derecho.

Tenía que alejarme de él, esta era la clase de recuerdos que no podría tener, el que le haría a mis defensas un daño que no estaba segura de poder reparar. Me mantuve un segundo allí y luego hice lo que tenía que hacer. Me salvé a mí misma.

Me aparté, poniéndome de pie, y le escuché suspirar.

- ¿Te sientes mejor? - preguntó con calidez.

- Aparte del hecho de que un vampiro manejó el asunto del aroma de la sangre mejor que yo, sí, estoy bien - dije con tanta ligereza como era capaz.

Esbozó su sonrisa torcida y sentí, literalmente, una puñalada en mis heridas. Me alejé de él, avanzando a trompicones hasta la puerta, intentando abrirla, cuando Edward apoyó su fría mano sobre la mía para detenerme.

- Bella, espera - su expresión era cálida y abrasadora. Pareció tomar aliento -. Por favor, ¿puedo verte esta noche? ¿Podemos ir a algún lugar sólo nosotros dos y hablar?.

- No, Edward - no me podía creer que estuviera diciendo eso.

- ¿Por qué no quieres verme? ¿Por qué no quieres estar sola conmigo? - suplicó -. Hay algunas cosas que necesito decirte, Bella. Te prometo que todo estará bien.

Comencé a retroceder, apartándome de él. Me miró, tomó un paso en mi dirección y yo alcé las manos para detenerle.

- Debes mantenerte alejado de mí, Edward - dije con voz decidida. Mis brazos temblaban mientras los sostenía enfrente de mí, buscando con desesperación un argumento para hacer que no se acercara -. Mira – mi respiración era errática - te haré un trato. No te pondré más obstáculos como comer el filete más grande del mundo, pero sólo si me prometes no hablarme más, que me ignoraras en estas últimas reuniones y que te irás tan pronto como terminen nuestras negociaciones.

Su rostro se congeló de sorpresa y luego entrecerró los ojos con dolor.

- Bella, ven conmigo esta noche. No me importa a dónde o cuándo quieras, te prometo que no sacaré a colación la Corporación C ni una sola vez. Sólo quiero hablar contigo…

- No - le interrumpí, sacudiendo la cabeza con vehemencia. Dio otro paso hacia mí y comencé a entrar en pánico -. Por favor - susurré, tragando saliva con dificultad y mirándole, suplicante -. Por favor, tienes que dejar de intentar hablar conmigo. Sólo déjalo, por favor.

Tomó mi mano con suavidad y me acercó a él, pero cuando comenzó a decir algo hubo un fuerte golpe en la puerta. Parecía que se vendría abajo.

Aquella mano junto a la mía se sentía tan bien… era como si allí perteneciera.

Golpearon otra vez, incluso con más fuerza. Me sobresalté, me aparté de Edward y caminé hacia la puerta. Cuando la abrí con cautela, mis ojos se dilataron.

- ¡Bella! - gritó una voz explosiva.

Repentinamente, era atrapada en un masivo abrazo de oso que me despegó los pies del suelo. Me agarré con fuerza al hombre con la fuerza de una bestia, facciones infantiles y oscuro cabello rizado.

- ¡Emmett! - me las arreglé para decir -. ¡Qué bueno es verte! - estaba tan sorprendida. Me soltó y llené los pulmones con aire, aliviada -. No puedo creer que seas tú.

Mis ojos se llenaron de lágrimas y lancé mis brazos alrededor de su grueso cuello. Me alzó, girándome en el aire y lanzando una carcajada más fuerte que cualquiera que yo hubiera reído en estos siete años.

- Emmett - dijo Edward sin entusiasmo -. Pensé que no llegarías hasta mañana.

- Encontré un vuelo más temprano - le miró con ojos brillantes -. Es bueno verte, hermano.

Unos pocos hombres en el pasillo observaban la escena con expresión sorprendida. Simmons salió de la sala de conferencias y cuando vio a Emmett girándome en el aire vaciló hasta detenerse. Miró su cuerpo bestial de arriba a abajo y se quedó boquiabierto.

- Jod…

- ¡Simmons! - le corté -. Este es Emmett Cullen, otro miembro de la Corporación C.

Simmons se mantuvo de pie frente a él con cautela y volvió a mirarle de arriba a abajo con ojos como platos. Emmett me depositó en el suelo y le tendió una mano que Simmons estrechó mientras miraba su musculoso pecho. Hizo una mueca cuando la apretaba, aparentemente, con una fuerza mortífera.

- Un placer conocerle - estalló Emmett.

- Lo mismo digo – respondió Simmons, frotándose la mano.

Emmett se volteó hacia mí y me tomó de los hombros.

- ¡Estás guapísima, Bella! - dijo, alejándome de él para verme mejor -. ¿No se ve genial, Edward?.

Edward abrió la boca para responder pero yo le interrumpí.

- Emmett, estamos en el medio de una reunión. Ven con nosotros - dije rápidamente.

Intenté mantener la compostura. Sentía el rostro empapado en sudor y me encontraba confusa y débil, pero no por el aroma de la sangre. Comencé a abrirme paso hasta la sala de conferencias, extremadamente consciente de que Edward caminaba a meros centímetros detrás de mí.

- ¿Bella, estás bien? - Simmons se volteó hacia mí.

- Sí - sacudí la cabeza -. Sólo me hace sentir algo mal oler sangre.

- ¿Enfermas cuando hueles sangre? - Emmett giró su rostro hacia mí y su explosiva risa resonó en todo el pasillo -. Oh, Bella, olvidaba lo divertida que eres - se volteó hacia Edward -. ¿Por qué dejaste ir a esta, hermano?

No me volví para ver la reacción de Edward. En lugar de eso, me aclaré la garganta.

- Emmett - dije con voz temblorosa - ¿te quedarás?.

- ¡Demonios, sí! Lamento no estar aquí antes, mi vuelo fue retrasado.

Creo que todos en el cuadragésimo segundo piso le oyeron. Tomé su brazo con ambas manos y aún así no pude rodear sus bíceps. Le di un apretón.

- Te he echado de menos.

Me dedicó una ancha sonrisa y me atrajo hacia él mientras caminábamos hacia la sala de conferencias.

Al terminar la reunión, Emmett ya estaba a mi lado en menos de un segundo.

- Bella, ven conmigo a un club esta noche - su rostro tenía luz propia.

¿Cómo podía decirle que no a una expresión como esa?.

Pero… ¿un club?.

- Yo… es decir… no salgo a clubs, Emmett.

- Eso es porque yo no estaba aquí para invitarte - me rodeó el hombro con uno de sus enormes brazos -. ¡Vamos, será divertido!

- No creo…

- ¿Por favor? - inclinó su cabeza hasta mi oído -. Te prometo que no dejaré que hagas nada humano, como caerte.

- De acuerdo - sonreí. Ni siquiera mis impenetrables defensas podían dejar afuera a Emmett -. Si me prometes que sólo serás tú.

Me miró confuso antes de que la comprensión centelleara en su rostro.

- Oh, te refieres a no traer a Edward - crispó el rostro -. Créeme, fui a un club con él una vez. Nunca lo haré de nuevo, no es para nada divertido, ni siquiera me deja beber - de repente se escuchó un profundo gruñido en la esquina y Emmett suspiró, exasperado -. De acuerdo, no beberé. ¡Jesús! - había volteado la cabeza hacia Edward pero luego volvió a mirarme a mí -. Nos vamos a divertir tanto, Bella. No puedo esperar para sacar a una chica tan guapa como tú a la ciudad.

Reí, poniendo los ojos en blanco.

- ¿A qué hora me recogerás?.

- ¿Qué tal a las nueve? - dijo, sonriendo.

- Te veo entonces - le besé en la mejilla y suspiré -. Debo volver a la oficina.

- De acuerdo - concedió, retrocediendo -. ¡Te veo esta noche!

Entré a la oficina sonriendo tenuemente hasta que cerré la puerta, arrojando el maletín al escritorio.

Ese vampiro manipulador.

Edward estaba probando una nueva táctica, sabiendo que tenía debilidad por Emmett. ¿Pensaba que por que pasara tiempo con él revelaría accidentalmente secretos sobre mi estrategia? ¿Pensaba que su hermano podría deslumbrarme para que le cediera a la Corporación C?. Sabía que a donde fuera que fuésemos esa noche, Edward no estaría lejos. Entrecerré los ojos mientras comenzaba a trazar un plan en mi cabeza.

- Mira y aprende, Edward - murmuré -. Mira y aprende.

El timbre sonó exactamente a las nueve.

- Sube, Emmett - dije en el comunicador. Este vampiro siempre sería bien recibido en mi apartamento.

Me miré al espejo nuevamente para evaluarme por última vez.

Había dejado el trabajo algo temprano para ir a una de esas tiendas que siempre pasaba en las calles pero que nunca observaba. Las calificaba como 'tiendas para chicas divertidas' y nunca había planeado entrar a una. Compré los pares de vaqueros más ajustados que pude encontrar -y que debía admitir que me sentaban muy bien-, además de una blusa de satén rojo sangre y el mejor par de botas negras, unas que acababan justo abajo de mis rodillas y de tacones muy altos. La vendedora me había dicho que era la manera perfecta de vestir para una noche de club en Nueva York y supuse que debía creerle.

Escuché el timbre sonando y, con cautela, avancé con mis 'botas de chica divertida' hasta la puerta para hacer pasar a Emmett. Cuando la abrí, silbó por lo bajo, mirándome de pies a cabeza muy lentamente.

- Demonios, Bella, nos divertiremos tanto esta noche.

Tomé mi chaqueta y mi bolso mientras Emmett me sacaba impacientemente por la puerta. Mientras estábamos bajando en el elevador pude mirarle. Estaba usando una camisa negra que había sido, desde luego, diseñada exclusivamente para él, y que se amoldaba a la perfección. Encima de eso llevaba un fino suéter oscuro que también se ajustaba al pecho, de cuello en V y que mostraba la hermosa y suave piel pálida de sus musculosas garganta y clavícula.

- Usted tampoco se ve para nada mal, señor - dije, dándole un codazo. Lanzó una carcajada juguetona y comenzó a hacerme bailar con gracia.

- Iremos a Northsix - dijo con su baja voz de terciopelo.

Alcé las cejas con admiración. Northsix era un club muy exclusivo sólo para una muy reservada elite social de Nueva York, usualmente donde los fotógrafos iban a tomar sus imágenes de famosos. Debería haber sabido que sólo un Cullen sabría cómo entrar a un lugar así.

- ¡Te va a encantar! - dijo con entusiasmo -. Jet tocará allí. Ni siquiera querrás saber cómo conseguí las entradas.

Intenté mostrarme impresionada. Las únicas veces en que escuchaba música era cuando corría con mi iPod y no sabía en absoluto quién era Jet; a veces oía música en el elevador pero dudaba que fueran canciones de ellos.

Su Ferrari negro rentado estacionó frente a Northsix y un guardia en la esquina nos abrió la puerta. Emmett me ayudó a salir y entramos al club nocturno. Sabía que no había ni una sola chance de que estuviéramos aquí sin ser vigilados e instantáneamente comencé a escudriñar la multitud buscando a un dios hecho vampiro, hermoso hasta robar el aliento y de cabello broncíneo. Resolví que era probable que estuviera donde no pudiera verle. Si alguien podía esconderse en silencio, sin ser detectado, ése era Edward.

Emmett me tomó de la mano mientras nos dirigíamos hacia la recepción para dejar mi bolso y chaqueta y luego me sostuvo en el aire. Todos los miembros de la banda tenían cabello oscuro hasta la altura de los hombros y el cantante líder llevaba unas enormes gafas oscuras. La canción era de ritmo rápido y Emmett me atrajo hacia él, moviéndose de acuerdo al compás.

- ¿Cómo se llama la canción? - grité por encima de la música.

- 'Cold Hard Bitch' - respondió, sonriéndome. (1)

Asentí, complacida, y le envolví el cuello con los brazos, intentando seguir sus movimientos y no prestar atención a la voz en mi cabeza que me gritaba que yo no bailaba, que la última vez que lo había intentado había sido en la ceremonia de mi promoción con un vampiro diferente.

Bailamos un par de canciones y ya me faltaba el aliento. Empezó una lenta y Emmett me acercó a él, esbozando una ancha sonrisa mientras posaba sus manos frías sobre la piel de mi espalda.

- Eres repulsivo, Emmett - bromeé, sacudiendo la cabeza -. ¿Qué diría Rosalie si te viera bailando así conmigo?.

- Tu piel es muy cálida, ¿lo sabías? - se inclinó para murmurarme al oído.

- Creo haberlo escuchado antes - repliqué secamente.

Sonrió y me sostuvo mientras bailábamos el resto de la canción en silencio; le dije que necesitaba sentarme unos momentos y conseguir una bebida. Nos abrimos paso hasta un sitio privado y él me ayudó a sentarme, para luego irse y volver con un vaso de Coca-Cola y otro de un agua que parecía resplandecer.

- ¿Dos bebidas? - cuestioné.

- Bueno - me miró con cierta vergüenza - no sé qué tan seguido beben los humanos y pensé que debería verse que yo también necesitaba una.

Sonreí y me moví para que pudiera sentarse. Se deslizó lo suficientemente cerca como para que no hubiera ni un centímetro de espacio separándonos y me pregunté si esto sería parte del plan de Edward, tanta cercanía con Emmett. Nuestros brazos se tocaban.

Volteé la cabeza hacia él.

- ¿Qué has estado haciendo los últimos siete años?

- Bueno… - comenzó - nos mudamos todos a Nueva Jersey y asistimos a Princeton. Carlisle trabaja en John Hopkins y recientemente empezó a enseñar allí, está tratando sobre el continente europeo en este momento.

- ¿Fueron todos al instituto? - intenté demostrar interés en toda la familia y no en un miembro en particular.

- Todos recibimos nuevos títulos - asintió -. Rosalie en biología, Alice y Jasper en economía y yo en diplomacia - no mencionó a cierto hermano.

- ¿Y cuál fue el título de Edward? - pregunté tan casualmente como me fue posible.

- Oh - miró alrededor, nervioso - él en realidad no asistió al instituto con nosotros - una canción rápida comenzó a sonar y esbozó una reluciente sonrisa, deslizándose afuera de los asientos y tendiéndome la mano -. Esta es una de mis favoritas, tenemos que bailar.

Tomé un gran sorbo y sonreí mientras agarraba su mano y la música retumbaba en el lugar. Era 'Are you Gonna Be my Girl?' de Jet. (2)

La letra vibraba en mis oídos y Emmett me atrajo hacia él, apoyando sus enormes manos en mis caderas. Coloqué las mías en sus hombros y comencé a moverme al pesado ritmo. Había llegado al estribillo y deslizó sus manos por mi cabello, hacia mi espalda. La canción aumentó de velocidad cada vez más y luego la música se detuvo mientras se escuchaba gritar 'Are you Gonna Be My Girl?'.

Repentinamente tomó mi mano y me apartó de él con un giro, tirando luego de mí con fuerza. Me sorprendía qué tan buen bailarín era; además de moverse con gracia, lo hacía bien. Me guiaba con las manos en mi cintura, ayudándome a seguirle el paso mientras la letra resonaba en mi cabeza. Tan pronto como la canción terminó, comenzó otra. Era una lenta y Emmett tomó mis brazos, envolviéndolos alrededor de su cuello mientras se movía lentamente en la pista de baile. Su pecho duro y frío como la roca quedaba al nivel de mis ojos y apoyé mi mejilla contra él.

El club era muy cálido y la frialdad de su pecho me hacía bien. Cerré los ojos y entonces me di cuenta de que la canción que estaban tocando era una romántica. Sería muy difícil concentrarme para poder seguir bailando a ritmo y no escuchar la letra al mismo tiempo. Emmett sintió cómo me tensaba y me apartó de él para mirarme.

- ¿Estás bien, Bella?

- Sí.

Incluso un humano idiota no me habría creído. No tenía ninguna oportunidad contra un vampiro brillante.

- Fue un estúpido por dejarte - dijo con suavidad, recorriendo mi mejilla con la mano. Un sollozo escapó de mis labios y parpadeé con furia.

- En realidad fue probablemente la cosa más lista que hizo en su vida - repliqué sin entusiasmo.

Se limitó a sostener mi rostro entre sus manos y sacudió la cabeza. ¿Podía ser esto parte del plan de Edward?. Entrecerré los ojos levemente. Tenía que volver a poner la mente en el juego.

- ¿Sabes? - me acerqué a él y comencé a juguetear con los rizos en la base de su nuca -. Todavía hay una parte de mi cuento de hadas que puede hacerse realidad - le susurré al oído.

- ¿Ah, si? ¿Y cuál parte es esa? - parecía verdaderamente interesado.

- Todavía puedo ser vampiro - canturreé.

Dejó de bailar y me alejó de él para poder verme, al parecer intentando calibrar si estaba diciéndolo en serio o no. Finalmente, una de las comisuras de sus labios se elevó mientras sus ojos centelleaban.

- Aún eres diabólica, Bella. Casi me engañaste por un segundo.

Volví a juguetear con el pelo en su cuello y me aproximé aún más.

- Estaba hablando completamente en serio - susurré. Abrió mucho los ojos y, por una vez, Emmett se quedó sin palabras. Volví a acercar mi boca a su oído y exhalé mi cálido aliento, tocando levemente con los labios su cuello -. Por favor, Emmett - su cuerpo se tensó y apretó sus brazos alrededor de mi cintura. No podía moverme. Tomé su rostro entre mis manos y llevé su boca a mi garganta, ladeando la cabeza levemente -. Sólo una pequeña mordida - supliqué.

Escuché un gruñido en su pecho, luego el sonido de dos rocas chocando y ya no estaba más allí. Parpadeé con fuerza y lo encontré tirado en el suelo.

- Dios, hermano, te tomó demasiado - dijo con sarcasmo.

- ¡No la toques!

Era Edward.

Estaba agazapado frente a mí con los labios curvados sobre los dientes filosos como navajas, exactamente en la misma posición que había adoptado al protegerme en el claro cuando James me había visto por primera vez. Podía ver sus músculos tensándose mientras se preparaba para chocar nuevamente con Emmett. Sus ojos relucían con ira y su hermoso rostro se hallaba concentrado en él.

La canción terminó justo cuando Jasper se unió a nosotros y fui repentinamente consciente del círculo que se había formado a nuestro alrededor. Cada vez que Emmett hacía el más leve movimiento, Edward respondía ajustando su posición delante de mí. Gruñó cuando Emmett intentó ponerse de pie y supe que tenía que hacer algo. A pesar de lo mucho que le quería tan cerca de mí, tenía que detener esto antes de que los Cullen se expusieran en una escena de una noche de club en Nueva York.

Rodeé a Edward con lentitud y le tendí mi mano a Emmett.

- Lamento eso - gesticulé hacia Edward -. Sólo intentaba sacar a nuestra niñera de las sombras.

Edward se enderezó mientras su rostro mostraba atónita comprensión. Emmett estalló en carcajadas y aún estaba riendo para cuando se puso de pie, apretando con fuerza mi mano.

- Esa fue buena, Bella - dijo con aprobación.

La multitud comenzó a dispersarse, desinteresada, mientras Emmett me recogía por las piernas y me alzaba en el aire.

- ¡Sabía que nos divertiríamos esta noche, Bella! - bramó.

Edward acercó su rostro al de él y me incliné para escucharle.

- Te estás divirtiendo demasiado, Emmett - dijo con enojo.

Su hermano me bajó con delicadeza y resopló.

- Has estado alrededor de ella un mes y no has intentado nada, ¿por qué yo no puedo hacerlo?.

Edward se volteó hacia mí con ojos oscuros, furiosos. Tragó con dificultad y su expresión se calmó levemente.

- Discúlpanos, Bella, necesito hablar con Emmett a solas.

Antes de que pudiera responder, ya lo estaba empujando hacia afuera de la pista. Mientras se alejaban de mí, yendo hacia las sombras, Edward le tomó del suéter.

- ¿Qué demonios crees que estás haciendo? - le escuché decir.

De repente sentí una extrema calidez extenderse por mi cuerpo.

Me volteé hacia Jasper.

- No deberías preocuparte por mí, quizás deberías usar tu magia en tus hermanos.

- No me acercaré a ellos por ahora - rió entre dientes.

Lancé una carcajada y asentí, gesticulando para que me siguiera. Mientras nos retirábamos de la pista bajé los ojos al suelo con el rostro sonrojado, yendo hacia la mesa donde Emmett y yo nos habíamos sentado. Supuse que todos las miradas estaban clavadas en mí porque intentaban averiguar por qué dos hombres increíblemente guapos peleaban por alguien como yo, además de ser seguida por un tercero a un lugar oscuro y privado.

- No hemos tenido muchas oportunidades de hablar, ¿verdad? - ofrecí con tono amistoso.

- Bueno… - Jasper sonrió - no creo que ni Edward ni yo queramos pasar la noche en la cárcel.

- Lo dejaré correr esta vez - le miré, disculpándome -. Además, en unos minutos Emmett y yo nos iremos y tú y Edward podrán quedarse aquí toda la noche si así lo quieren - acerqué mi rostro al suyo con los ojos entornados -. Siempre y cuando no nos sigan más.

- Pasaré el mensaje - frunció los labios - pero te aseguro que no nos quedaremos aquí. Edward odia este tipo de lugares y las chicas de Nueva York son extremadamente agresivas - rió -. No aceptan un no como respuesta.

- ¿Alice se enojaría si supiera que estuvieron aquí? - pregunté.

- No soy yo por el que ellas babean - sacudió la cabeza -. Es Edward.

Tragué saliva con dificultad y tomé un profundo respiro. Difícilmente podía culpar a las chicas de Nueva York por intentarlo. Yo nunca tendría el coraje; era dolorosamente consciente de lo distanciadas que eran nuestras realidades. Volteé el rostro y dejé que mis ojos se posaran sobre Edward un momento. Nunca podía mirarle cuando estábamos en la sala de conferencias, pasaba todo el tiempo intentando no observarle.

Estaban a varios metros pero era fácil ver que Edward estaba enojado. Gesticulaba violentamente hacia Emmett, apuntándole con un dedo al rostro.

Vamos, debía saber que no me transformaría en una pista de baile…

¿Por qué le importaba de todas formas lo que me pasara, o si me convertía en vampiro? Estaba totalmente en contra de ello antes, pero eso era cuando estábamos juntos.

Todo esto era mi culpa, no de Emmett. Intenté dejarlo correr pero mi enojo no me lo permitió. Entrecerré los ojos y me puse de pie, marchando en la dirección de los dos dioses griegos e ignorando al tercero que me seguía intentando convencerme para que volviera y me sentara.

Mientras me aproximaba, podía escucharles hablar.

- ¡Se suponía que debías levantarle los ánimos, no seducirla! - siseó Edward entre dientes.

- A mí me pareció que ella estaba bastante alegre, hermano - Emmett sonrió, juguetón, y Edward le empujó con fuerza en el pecho. El impacto hubiera abierto un boquete en un muro blindado pero él ni siquiera retrocedió.

- La llevaré a casa - dijo entre dientes.

- De ninguna manera - replicó Emmett, riendo.

- Quiero que mantengas tus manos apartadas de Bella - Edward flexionaba los brazos con furia.

- Oye - Emmett alzó las cejas - trataré, pero, ¿qué se supone que haga cuando ella no mantenga las manos apartadas de ?.

La mirada de Edward se volvió asesina y abrió la boca para decirle algo a Emmett cuando me acerqué. Apoyé mi mano en su brazo de mármol y me sentí tomar una brusca bocanada de aire. Mi corazón aceleró su marcha inmediatamente y Edward volteó su rostro en mi dirección, con ojos cálidos y dulces.

- Primero que nada - comencé - Emmett y yo somos adultos y no necesitamos que nos vigiles. Y segundo, aunque me encante ver a Emmett, no necesito que envíes a nadie de tu familia para tratar de levantarme el ánimo. No necesito eso, estoy bien, muchas gracias.

- Está bien, Bella - dijo Emmett, mirando por encima del hombro de Edward -. Mi hermano aún está algo ansioso. Siete años de soledad no parecen haberlo relajado en lo absoluto, sólo está flipando porque piensa que te iba a convertir en vampiro - compuso una expresión de falso miedo al mirar a Edward.

Yo también le miré. ¿Siete años de soledad? ¿Por qué Edward había estado solo desde que me había dejado? ¿Le había perturbado tanto estar con una humana? ¿Estaba cansado de su familia? ¿Estaba enojado porque Alice y posiblemente Emmett le reprochaban el modo en que me había dejado?

Las lágrimas estaban comenzando a abrirse paso a la superficie, llenas de vergüenza y frustración.

- Sí… no he olvidado cómo la idea de convertirme en vampiro te resultaba repulsiva.

Edward se congeló, apartó sus manos de Emmett y se giró completamente hacia mí. Sus ojos dorados eran intensos, con una mirada de completa sinceridad. Me tomó de los hombros con firmeza y me acercó hacia él de modo que pude escucharle por encima de la ruidosa música.

- Bella - me dijo su voz de terciopelo al oído - debes saber que nunca nada de ti me ha resultado repulsivo. Era yo, Bella, yo era el que…

- Eddie - dijo una aguda voz nasal a mis espaldas a través de la música -. Te he estado buscando por todos lados.

Edward miró por encima de mi cabeza e hizo una mueca. Me volteé para observar a una hermosa rubia, alta, con vaqueros más ajustados que los míos y una blusa rosa, enroscándose un mechón de cabello en un dedo y gesticulándole a Edward con la mano para que se acercara a ella.

Volví a girarme mientras un espasmo de celos me recorría. Ella estaba, definitivamente, más cerca de su realidad. Mis ojos se posaron en el rostro de Edward, quien bajó la mirada de la rubia hacia mí, con la cara tan cercana a la mía que si me ponía en puntillas nuestros labios se tocarían. Consciente de que aún sostenía mis hombros, me aparté de él y di un leve paso hacia atrás.

- Diviértete, Eddie - Emmett me tomó de la mano -. Nos vemos en el hotel, no me esperes.

Me arrastró hasta la entrada mientras veía cómo la rubia tomaba mi lugar enfrente suyo.

Emmett me ayudó a colocarme la chaqueta mientras esperábamos al auto en la acera.

- No te preocupes por la rubia - me aseguró.

- ¿Qué? - pregunté, parpadeando con sorpresa.

- Edward ya le ha dicho que se pierda y él y Jasper estarán en el hotel en menos de una hora.

Sentí una corriente de alivio extenderse por mi cuerpo e intenté con todas mis fuerzas reprimirla.

- Edward puede hacer lo que quiera, lo nuestro fue hace mucho - me aclaré la garganta y me encogí de hombros bajo mi chaqueta.

El auto dobló en la esquina y Emmett me ayudó a entrar. Cuando se sentó en su lado, aceleró en el tráfico.

- ¿Y ahora qué quieres hacer?

- ¿No estás enojado porque te haya engañado allá adentro y te metiera en problemas con Edward? - sonreí.

- Primero que nada - resopló con burla - no me engañaste. Y segundo, Edward no es mi jefe. Podría derrotarle.

- ¿No te engañé? - pregunté, girándome para verle.

Me miró y sonrió; cuando mostraba aquellos hoyuelos parecía un niño. Un travieso niño.

- Te estaba siguiendo la corriente, Bella. Sabía que eras consciente de que Edward nos seguía y que tenías un plan - rió entre dientes -. Además, yo estoy implementando el mío propio.

- ¿El tuyo propio? - fruncí el entrecejo -. ¿Y cuál es?.

- Sólo digamos que estaba intentando forzarle - Emmett miraba la carretera con aire pensativo.

- ¿Forzarle? ¿Por qué? - estaba completamente confusa.

- No funcionó tan bien como esperaba - se pasó una mano por el cabello, me miró y sonrió -. Nuevo tema de conversación, por favor.

- Emmett… yo… - le observé, dudosa, mordiéndome el labio e intentando decidir si era o no sensato preguntarle aquello.

- Escúpelo, Bella, puedes preguntar cualquier cosa - su expresión era abierta, alentándome.

Tomé un profundo respiro y lo largué.

- ¿Por qué Edward no ha estado con todos ustedes estos últimos siete años?

Le vi hacer una mueca y su expresión decayó.

- Supongo que no puedes preguntar cualquier cosa.

Mi corazón titubeó. Mi mente vagó por cien diferentes cosas que Edward podría estar haciendo por los últimos siete años y todas ellas hicieron doler mi pecho.

Miré a la carretera.

- Se enamoró de una vampiro, ¿verdad? - dije con suavidad. Era más una afirmación, no una pregunta.

Sentí las heridas de mi torso desgarrándose, abriéndose. Era mejor ahora que sabía la verdad, aquello me salvaría algo de vida.

Emmett estalló en carcajadas. Su risa era musical, plateada, como el repique del viento.

- ¡Demonios, no! - dijo, mirándome. Vio algo en mis ojos que le hizo volverse serio y se aclaró la garganta -. Bella, no puedo hablar contigo de esto. Eso es un asunto de Edward, si en algún momento reúne el coraje para hacerlo - musitó la última parte con tono irritado -. Definitivamente debería hablar contigo en vez de pasar los días en ese estúpido piano escribiendo esa canción.

- ¿Qué canción?

Solía amar ver a Edward tocando el piano, era una de las pocas ocasiones en que su rostro no estaba preocupado o sombrío.

- Olvídalo - gruñó, soltando todo el aire de golpe y poniendo los ojos en blanco -. Sólo diré esto - me miró fijamente. Estábamos entrando y saliendo del tráfico y tenía la misma aterrorizante costumbre de Edward de no mirar nunca el camino -. Las cosas no son lo que parecen, no seas tan dura con el tipo.

Le observé un largo segundo y me removí en mi asiento. Miré al frente totalmente desconcertada; no estaba más cerca de conseguir una respuesta que antes de que hubiéramos hablado.

- ¿No vas a decirme nada más? - intenté que mi voz sonara patética, tratando de tocarle un punto débil.

- Lo has olvidado - bromeó -. Estoy casado con Rosalie, no hay truco femenino que intentes que ella no haya perfeccionado en los últimos setenta años.

Tuve que reír porque tenía razón. Miré el reloj del salpicadero, eran sólo las diez y media de un viernes por la noche en Manhattan.

- ¡Emmett, estamos en la ciudad que nunca duerme, la ciudad perfecta para ti! ¿Que quieres hacer? - otra vez giré todo mi cuerpo hacia él, inclinándome para mostrar mi entusiasmo.

Su expresión era semejante a la de un niño en una tienda de dulces intentando escoger uno. Frunció los labios como si estuviera perdido en sus pensamientos y repentinamente sus ojos centellearon.

- ¡Oye, ya lo sé! ¡Vamos al Empire State!

Reí. Eso era típico de Emmett. Asentí y él condujo hacia el este; cuando llegamos, vimos la larga cola formada a mitad de la calle para entrar. Mis hombros cayeron, derrotados.

- No entraremos allí, Emmett. Cierran la fila a las once y estaremos muy lejos de la entrada.

- Es obvio que no has pasado mucho tiempo con vampiros últimamente - dijo en voz baja, alzando una ceja. Miró a su alrededor y susurró: -. Súbete a mi espalda.

Trepé, lancé una suave carcajada y él se recostó contra el muro junto a la entrada de manera casual para luego, súbitamente, comenzar a correr. Todo era una ráfaga y luego nos detuvimos. Parpadeé para enfocar la vista y vi que estábamos en las escaleras, miré hacia arriba y todo lo que pude ver eran más y más escalones.

- ¿Vamos a subir las escaleras del Empire State? - pregunté, maravillada.

- ¿Qué es eso de "vamos"? - rió, otra vez mostrando sus hoyuelos -. ¿Quieres caminar por ti misma? - bromeó.

Miré otra vez los escalones.

- ¡De ningún modo! - sacudí la cabeza con vehemencia.

- Espera un segundo - musitó, y ya nos habíamos ido.

Mientras apoyaba la cabeza contra su espalda, pensé en todas las veces que había hecho esto con Edward, desde la primera vez en el prado hasta aquel perfecto verano lluvioso cuando me había llevado al bosque con él. Parecía que éramos las únicas dos personas en el mundo.

Por suerte no tuve mucho tiempo para recordar, en menos de un minuto ya estábamos en la cima.

Nos escabullimos en la multitud y nos abrimos paso hacia el exterior.

- Esto se ve bastante diferente a como lo era hace sesenta años - comentó Emmett mientras mirábamos el paisaje.

Agarré su brazo y recosté la cabeza contra su hombro, riendo.

Fueran cuales fueran los motivos de Edward, me alegraba mucho poder pasar la noche con este vampiro en particular.


1- 'Cold Hard Bitch': La traducción literal seria 'Perra dura y fría' aunque en mi opinión suena mejor en inglés.

2- 'Are you gonna be my girl?': "¿Vas a ser mi chica?" o "¿Serás mi chica?".

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Hola Lo unico que puede decir es este capitulo maravilloso es que lo amo de principio a fin !!!!Desde que aparecio Emmett,desde la reunion ..el mensaje de texto ..el baile en la disco !!!Todo ..Y ustedes ??LAP


Lista de imperfecciones por Bella Swan,capítulo 17:Charla de chicas grandes


Capítulo 17: Charla de chicas grandes.

— ¿Estas bien? — me pregunto Alec, con sus ojos azules llenos de preocupación. Tomo mi mano delicadamente entre las suyas y le dio un suave apretón. Sonreí, o trate de hacerlo lo mejor que podía.

¡Ey! Aun tenía mi orgullo herido.

— Estoy bien — respondí. Lo más extraño era que a pesar de estar con Alec mi cabeza seguía dándole vueltas al asunto 'Edward' y también el porque de sus llamadas. O sea, ¡Con que maldita cara me llama después de eso!

— Bella...— el tono de reproche en la voz de Alec me pareció adorable. Tengo a un maravilloso chico preocupándose por mí y yo pensando en cierto idiota.

Me gano el premio de la mayor boba del mundo.

— Estoy bien, enserio — sonreí abiertamente — ¿Ves? — le dije, apuntando mi sonrisa. Alec rió suavemente y acaricio mi mejilla. Hice una mueca con mis labios y suspire. Debería uno poder tener el control de sus sentimientos ¡Todo seria tan malditamente fácil!

— Bien, así me gusta — jalo de mi mano y me ayudo a ponerme de pie — No me gusta verte triste — ¿He dicho ya que es un amor de persona? Bueno, lo repito.

Caminamos por el pequeño parque hasta que dimos con una parte un poco mas alejada del resto, que estaba atestado de personas, seguimos hasta un gigantesco y hermoso árbol que se encontraba un poco mas apartado de los demás. Hoy como nunca el sol brillaba sobre Forks, era algo realmente raro y agradable, tomamos asiento bajo la sombra que hacían las hojas del árbol y nos quedamos en silencio por unos segundos.

No crean que se me ha olvidado el asunto de Jane y Alec.

Oh, claro que no. Y mucho menos ahora...

— ¿En que piensas? — Me pegunto Alec en un murmullo, tomando un mechón de mi cabello y poniéndolo tras mi oreja.

— Um, ¿Tu y Jane fueron novios, cierto? — Si, algunas veces solía ser muy directa. Alec se tenso ligeramente y luego volvió a la normalidad, dio una pequeña risita nerviosa y asintió suavemente.

— Si — volvió a afirmar — Pero eso fue hace un tiempo — la forma en que dijo aquello me dejaba claro que el quería dejar el tema hasta ahí. Pero no contaba con mi curiosidad ¿Qué habría pasado entre la chica ideal y el 'American Dream' de cada chica para que terminaran?

— ¿Qué edad tienes? — pregunte súbitamente, tomándolo por sorpresa. Me reprendí mentalmente por no saber algo tan simple como eso.

— Veinte — me respondió divertido — Y no, tu amigo no esta saliendo con una chica mayor. Jane tiene tu misma edad — me encogí de hombros restándole importancia, no era como si me importara — A ti te gusta ¿O me equivoco? — Oh Dios Mio ¿Tan obvio era? Mis ojos se abrieron en dos y luego parpadee un par de veces.

— ¿Eh? — Alec sonrió y yo comencé a negar frenéticamente con mi cabeza — N-no me gusta ¡No! — chille. ¿Tan obvia era?

— Si te gusta — afirmo, pasando por alto mis intentos de negación a lo obvio. Fruncí el ceño e infle mis mejillas de una manera infantil.

Si, a Edward le falto nombrar mi parte infantil.

— No me gusta — replique — Y no es mi amigo — volví a decir tercamente — No ahora — susurre volviendo a mi estado anterior. Suspire y tome mi cabeza entre mis manos — ¿Cómo me puede gustar alguien que me trata como la mismísima mierda? ¿Qué me compara con otras? ¿Qué lo único que hace es jugar conmigo? ¡Demonios! Y el ni siquiera sabe todo lo que me causa...— Oh. Abrí mis ojos desmesuradamente ¡Eso no tenia que salir de mi boca! Levante la viste avergonzada, Alec me sonreía dulcemente.

— Ves. Te gusta — Rodé mis ojos ante su insistencia — Pero no entiendo — frunció su ceño y luego volvió a mirarme — ¿No se supone que era tu amigo? Digo, ¿Tan desgraciado es para hacerte todas esas cosas que tú has dicho? — Sonreí débilmente.

— Se 'supone' — remarque — Además, yo tampoco soy un angelito — Y ahí estaba yo otra vez, defendiéndolo. Aunque no era nada de eso, de todas formas, yo podía ser una mal nacida cuando me lo proponía y Edward tampoco se había salvado de eso.

En una de esas y todo esto me lo merezco.

— Aparte, eso no importa, el tiene novia — me encogí de hombros y me desparrame sobre el césped, no sin antes ver como Alec rodaba sus ojos. Luego de unos segundos se estiro junto a mí.

— El te lo dijo — no fue una pregunta, si no más bien una afirmación. Asentí sin tener la necesidad e hacerlo — ¿Qué más te dijo? — me preguntó curiosamente.

— Bueno — fruncí mis labios y continué — Que estuviste muy enamorado de ella — Mire de reojo a Alec, este tenia una linda mueca en sus labios — Oh, y que...— calle cuando me di cuenta de lo que iba a decir. Jum, ¿Qué? 'también me dijo que tu chica era un mejor partido que yo. En otras palabras, yo apesto' No podía decirle eso.

— ¿Qué? — pregunto, tratando de que continuara. Sonreí con tristeza y me acomode de costado, dándole la espalda a Alec, mientras sacaba el pasto con mis manos.

— Nada, olvídalo — respondí para que dejara de insistir.

— Anda, dímelo — susurro a mi oído. Me sonroje furiosamente cuando lo sentí acomodarse tras de mi y rodear mi cintura con su brazo, haciendo que mis espalda chocara con su pecho. Oh Dios, esto se sentía tan bien, me permití divagar por un momento.

— Bu-Bueno el m-me dijo que...— carraspee y continué tratando de evitar pensar en la posición que me encontraba con Alec — Que Jane era una mejor chica, mucho mejor que yo — Suspire — Hermosa, amable, cariñosa, dulce... tu sabes, ese tipo de cosas — Resople — No es mi culpa no ser hermosa, amable, cariñosa ni dulce. Y tampoco me gustaría serlo — agregué tercamente, frunciendo el ceño. Alec apretó su brazo en mi cintura.

— Bien — murmuro — Me gustas tal y como eres — Mis mejillas se volvieron a sonrojar — Además, si eres hermosa, y mucho.

— Eh ¿Estas hablando enserio? — Pregunte atónita, girándome y quedando frente a frente con el, nuestras narices se rozaban con la cercanía. De Jake podía creerlo, después de todo el me conocía mejor que nadie y, no todo el tiempo era 'la Bella que no expresa sus sentimientos' bueno, no con Jake. Tal vez era algo que me salía natural con el. Pero si, que Alec dijera eso inflaba mi pecho de emoción.

— Ajá — respondió, moviendo su nariz contra la mía suavemente — Hablo enserio — Me derretí prácticamente cuando poso sus labios sobre los míos en un dulce beso. Si, tal vez no era Edward, ajá, a lo mejor yo quería inconcientemente que fuera Edward. ¡Pero demonios que Alec besa como los dioses!

Un carraspeo me saco de mi ensoñación. Oh, y ese carraspeo lo conocía muy bien, prácticamente me congele entre los brazos de Alec que giro su rostro con frustración para ver a la persona que nos había interrumpido, como la vez pasada.

— Whoa — susurro atónito.

— Hm, ¿Sabes? No es muy lindo ver a mi hermanita revolcándose en el pasto — Emmett hizo una mueca con sus labios, Rose a su lado trataba de contener la risa — No, no es para nada lindo ¿Quién diablos eres tu? — le pregunto a Alec, activando el modo de 'hermano protector'

— Um — Alec titubeo, pero se puso de pie y luego me tendió su mano para ayudarme a levantar. Se giro a Emmett y estiro su otra mano — Alec, un gusto...—me miro pidiéndome ayuda, sonreí y me acerque a el.

— Emmett — susurre a su oído.

—...Emmett — termino, sonriendo. Rose me guiño un ojo y levanto su pulgar a modo de afirmación. Emmett entrecerró sus ojos y estiró su zarpa tomando la mano de Alec y dándole un ligero apretón.

— Bien, Alec — dijo después de darle una mirada meticulosa — Solo, no hagas esas cosas con mi hermanita cuando este cerca ¿Entendido? — Alec sonrió y asintió. Emmett sonrió abiertamente y su característico humor volvió — Bien Belly, esto te lo iba a decir en casa, pero ya que te encontré aquí haciendo... — Me miro sugestivamente y comenzó a mover sus cejas de arriba abajo.

¡Dios! ¡Quien lo entiende!

— Hmpf — Rose bufo y golpeo a Emmett en su cabeza — Alice quiere que vayamos a un club en la noche, tu sabes, dice que hace tiempo que no vamos y ella necesita salir — Rose rodó sus ojos y yo resople. ¿Por qué no iba solo con Jasper? Odio los clubs, los odio.

— No puedo negarme ¿cierto? — Emmett y Rose negaron con sus cabezas al mismo tiempo — Jum, que mas da — me encogí de hombros y me gire para mirara a Alec que nos observaba con curiosidad — Oh, por cierto — le sonreí y apunte a Rose — Ella es Rose, la novia del oso y una de mis mejores amigas — Alec y Rose se dieron la mano con una sonrisa en sus rostros — Y ¿Qué me dices? ¿Te gustaría ir a un club por la noche?


La música me iba a romper los oídos, literalmente. Alice se había levantado de la mesa arrastrando a Jasper a la pista de baile cuando Hot n' Cold comenzó a sonar, Rose y Emmett se les unieron luego de que se tomaran una bebida de color calipso y la canción cambiara a una mas de su 'ambiente' Closer de Nine Inch Nails sonaba ahora. Y créanme que escuchar tantas palabras referente a sexo junta y las luces parpadeando interminablemente mientras cambiaban de color no era lo mejor del mundo.

¡Oh! Y la guinda del pastel. Alec y yo estábamos en la mesa junto a Edward y Jane. Perfecto, ¿no?

— ¿No te gusta bailar? — susurro Alec a mi oído a causa de la fuerte música. Reí inconcientemente.

— No se bailar — le respondí, acercándome para que me escuchara ante el escrutinio de Edward y Jane. Alec rodó sus ojos.

— Bueno, nunca es tarde para aprender — respondió — Yo puedo enseñarte — se puso de pie y me guiño un ojo antes de ofrecerme su mano. Mordí mi labio inferior con nerviosismo, haría el ridículo, mi karma siempre esta en mi contra. Suspire y tome su mano, no sin antes ver la mirada de burla que Edward me dio.

El muy maldito sabía que yo era pésima para el baile.

— Alec, no creo que sea buena idea — comencé a decir, a gritar, mejor dicho. Alec negó con su cabeza y sonrió, jalando de mí hasta la pista de baile.

— Tu solo...déjate llevar — Gemí cuando sorpresivamente agarro mi cintura y tiro de mi para quedar 'pegada' a el. Bueno, viéndolo de esta forma podía dejarme llevar fácilmente.

— ¿Y si te piso? — pregunte avergonzada.

— Tranquila, no lo harás — beso mi frente — Y si lo haces no importa — agrego riendo. Rodé mis ojos y... ¡El karma finalmente estaba de mi lado! La música cambio dando paso a una lenta melodía, era demasiado extraño que pusieran este tipo de música. Rodee su cuello con mis brazos y el me estrecho más contra su cuerpo, apoye mi cabeza en su pecho e hice lo que me dijo...me deje llevar.

— No es tan malo — susurre, cerrando mis ojos por un momento. Los volví a abrir encontrándome con unos ojos esmeraldas carentes de emoción, suspire y gire mi cabeza hacia el otro lado.

— Tienes suerte — Comentó Alec, rodé mis ojos ¡Si, claro! Suerte.

— Tranquilo, solo espera que luego se me devuelve — dije irónicamente.

Estuvimos bailando tranquilamente las melodías que soltaban, después nos unimos a los chicos y Emmett como siempre se puso a hacer babosadas. Los chicos comenzaron a apostar, quien tomaba más de algo que era de un color rosáceo, Alec estaba incluido en la apuesta. Me encantaba ver como de bien se estaban llevando. Luego de que fueran en el cuarto vaso me aleje de ellos para ir en búsqueda de una bebida, tanto juego y me había venido la sed a mi. Me acerque a la barra y espere que el barman trajera mi pedido.

— Estabas bailando — La aterciopelada voz de Edward sonó un poco apagada y pastosa por la música...y por el alcohol que había consumido, lo mire de reojo y seguí esperando mi bebida — ¿No me hablaras ahora? — me pregunto. Me gire indignada ¿Cómo se atrevía?

— Tu...—entrecerré mis ojos y suspire — Edward ¿Por qué no te vas con Jane? Debe estar esperándote, y de paso, me dejas en paz— solté con cansancio, todo esto me estaba llevando al borde de la locura. Si es que ya no estaba allí.

— Yo...— jalo de sus cabellos sin una pizca de suavidad — Lo siento, se que no debía haber dicho todo eso. Bella, yo...

— No quiero escucharte — dije enojada — Y deja de llamarme a casa, sabes que mamá te adora y no me gusta darle explicaciones de porque no quiero hablar contigo — Edward suspiro y se acerco a mi.

— Bella, yo necesito...— El barman lo interrumpió captando mi atención.

— Su bebida señorita — Le sonreí al tipo y tome el vaso que me ofrecía, pase por al lado de Edward dejándole claro que la 'sutil' conversación llegaba hasta ahí. Hmpf, no entendió el mensaje.

— ¿Lo quieres? — me grito por sobre la música. Apreté la mano alrededor del vaso un poco mas y lo mire por sobre mi hombro.

— Si Edward, lo quiero, y mucho ¿Sabes? — Edward hizo una mueca con sus labios — Y no se que demonios te importa si lo quiero o no — chille, perdiendo los estribos. Edward agacho su mirada por unos momentos y luego la levanto. La determinación que veía en sus ojos hizo que un escalofrío recorriera mi columna.

— ¡Me importa! — Grito — Me importa porque... — paro abruptamente y cuadro su mandíbula, la determinación de sus ojos se esfumo dejando paso a la furia. Me gire y me encontré con Alec que tenia una mirada retadora.

— ¿Todo bien? — me pegunto, poniendo su mano en mi cintura sin quitar la vista sobre Edward.

— Si — respondí escuetamente y di media vuelta para alejarme de Edward, junto a Alec.

Cuando estaba cerca de Edward me sentía...débil, patética. Si, con una simple mirada podía olvidar que el prefiere a las 'buenas y femeninas', que pisoteo mi orgullo y arranco mi corazón de un tirón. Si...definitivamente me sentía débil, pero mucho más patética que nunca.

— ¿Interrumpí algo? — Me preguntó Alec, un poco tenso. Resople y le di un sorbo a mi bebida.

— No — respondí cansinamente.

— Espérame allí — me dijo apuntando la mesa donde se encontraba Jane — Iré a pedir algo, no tardo — Me dio un pequeño beso en mi mejilla y partió derecho a la barra.

Me acerque lentamente a la mesa. Realmente no me apetecía sentarme con ella; no, no era que me cayera mal ni nada ¡Al contrario! Edward tenía toda la razón cuando la describía como una chica amable y dulce. Moví mi cabeza despejando esos pensamientos. Ella no era la culpable de todo este embrollo, y yo no tenía porque ser una bruja con ella.

— Hey Jane — salude, sentándome frente a ella. La chica sonrió a modo de saludo.

— ¿Alec es tu novio? — Me pregunto sin tapujos, acomodándose a mi lado para escuchar y hablar mejor. La música no sonaba tan fuerte desde este lado del club.

— Eh, um, ¿Si? — respondí torpemente. Claro, Alec no era realmente mi novio, pero el le había dado a entender a Edward que si, así que...yo solo le seguía el juego ¿no? Jane sonrió.

— Es un buen chico — Asentí afirmando su oración — Edward también lo es — rodó sus ojos — Aunque tu ya debes saber eso — Soltó una pequeña risita que yo acompañe, con una mas irónica.

— Claro, un bueno chico cuando se lo propone — murmure, dándole un pequeño sorbo a mi bebida — Alec y tu fueron novios ¿cierto? — Jane me miro con asombro en sus ojos y sus pálidas mejillas se tornaron de un adorable rosa. Como dije, soy directa algunas veces.

— Eh, si — respondió avergonzada — Pero eso fue hace un tiempo, por eso me sorprendió verlo otra vez — Asentí, sin encontrar nada mas que decir.

— Um, ¿Bella? — me llamo, luego de que estuviéramos unos minutos en silencio y yo centrara toda mi atención en mi bebida.

— ¿Si? — respondí, levantando mi vista y topándome con sus grandes ojos de un tono grisáceo.

— ¿Sabes donde esta Edward? — Me pregunto con preocupación. Cierto, el andaba semi-ebrio caminando por ahí y no había vuelto... Y Alec tampoco.

Entonces ahí fue cuando pensé lo peor.

Gracias al cielo los dos aparecieron, cada uno con una bebida en su mano. Alec me sonrió de una extraña forma y se sentó junto a mí, mientras Edward tomaba asiento junto a Jane frente a nosotros. Si, esto es lo más incomodo que me haya pasado en la vida. La música de fondo ayudaba a que no fuera necesaria la charla entre nosotros, y cada uno estaba centrado en el vaso que sostenía entre sus manos.

Simplemente g-e-n-i-a-l.

— ¿Quieres otro? — Alec me saco de mis pensamientos con esa pregunta, lo mire confundida y apunto a mi vaso...vacío. Asentí, el se puso de pie y desapareció nuevamente entre la gente.

Oh, esto si que era genial. Éramos el trío perfecto.

— ¿Cómo se conocieron? — Me pregunto Jane con genuina curiosidad, apoyando su cabeza en el hombro de Edward. Y como yo no era una mujer celosa, nada paso con ese gesto.

— Um, bueno — rasque mi nuca suavemente y continué — Pedí una pizza — me encogí de hombros, sonriendo ante el recuerdo de Jake preguntándole si era streaper. Jane me sonrió calidamente y Edward...bueno, el volvió a sonreír con burla. Juro que si lo seguía haciendo lo golpearía, no todos tenían los lujos que el gozaba.

— Hey Bells ¿Cuándo es su cumpleaños? — Me pregunto Edward, recargando sus brazos en la mesa y posando su cabeza en sus manos. Fruncí el ceño ante su pregunta.

— Um, n-no lo se — respondí confundida. Jane miro a Edward por unos segundos y agacho la mirada.

— El diez de abril — susurro tenuemente, revolviendo sus manos sobre la mesa.

— ¿Cuál es su color favorito? — Volvió a preguntar Edward. Mi rostro decayó al darme cuenta de que no sabía nada de nada sobre Alec.

— No lo se — murmure en un tono bajo de voz.

— El gris — volvió a susurrar Jane con un deje de tristeza.

Levante mi vista y vi a Edward mirar a Jane con una sonrisa plantada en su cara. Dios ¿Le alegraba que ella supiera todas esas cosas de el? Ladee mis cabeza un poco mirándolo incrédula, hasta que sus ojos se toparon con los míos...

Lo supe, el estaba haciéndome ver que Jane podía tener a Alec cuando quisiera, al fin de cuentas no sabia mucho de el y ella parecía saberlo todo, me llamo la atención el color favorito de Alec, aunque después de mirar los ojos de Jane me quedo mas que claro. En fin, era como decir que me gustaba el color verde por los ojos de Edward...Ugh, sumamente cursi.

Jum, y pensar que casi caigo ante sus disculpas.

Sin ese casi hubiera caído nuevamente.


Nueve días me faltaban para acabar con la bendita lista. Me he hecho esta pregunta un millón de veces: ¿Para que la sigo? Después de todo, Lauren, Jessica ni ninguna de ellas parece reacia a aceptar que Edward no es perfecto, pero bueno explicarles a ella eso es como enseñarle latín a un pequeño de tres años. Realmente difícil. Admito que tal vez, no hacia la lista para ellas y que tal vez, solo tal vez, la hacia para recordarme a mi misma el tipo de persona a la que me enfrento, el tipo de chico del que estoy prendada. Hmpf, nunca pensé que el que te gustara alguien resultara tan abrumador.

— ¡Bella, el desayuno! — Mamá grito desde el primer piso ¿Cómo la escuche? No tengo la menor idea. Renée suele tener un gran vozarrón cuando suele llamarnos a Emmett y a mí. Baje la escalera perezosamente con mi pijama aun puesto, era sábado, no tenia para que arreglarme. Es mas, pensaba quedarme en cama todo el día. Ah si, adoraba ese panorama.

— Hola, mamá — me acerque y le di un beso en la mejilla — Hey, oso — besé a Emmett también antes de sentarme a su lado a comer mi cereal.

— ¿Cómo estuve anoche cariños? — Nos pregunto mamá mientras fregaba la vajilla.

— Súper — contesto Emmett, con una gran sonrisa en su rostro — Mamá — se hecho una cucharada de cereal y continuo hablando — ¿Sabias que Belly tiene novio? — me atragante con la leche y fulmine a mi hermano con la mirada.

¿Por qué tenia que ser tan bocaza?

— ¿Enserio? — Mamá me miro por unos segundos y luego siguió con su tarea.

— Ajá, los pille in fraganti en el parque cuando...— patee a Emmett por debajo de la encimera, me dio una mirada molesta y se sobo su pierna.

— No es mi...novio, novio, es solo... — hice una mueca con mis labios — Alec — finalice encogiéndome de hombros, esperando que dejaran el tema ahí. Emmett me dio una de esas miradas que tanto odiaba.

— ¿Enserio? Porque a mi no me pareció eso — chasqueo su lengua — Por la forma en la que se comían me pareció que...— volví a golpearlo, esta vez en su cabeza. Mis mejillas se sonrojaron a más no poder cuando mamá me dio una mirada inquisidora.

— ¡Ey! Yo no ando ventilando lo que tu haces con Rosalie — espete enojada de que revelara mi vida privada.

— ¿Y como es? — pregunto mamá para que dejara de pelear con Emmett. Suspire, por su tono indiferente de voz supe que no estaba de acuerdo. Claro, ella quería, al igual que Esme, que estuviera con Edward. Pobres.

— Oh, el chico es genial — contesto Emmett pasándome por alto — Enserio, Eddie es un nada comparado con el — Emmett me guiño un ojo y sonreí. Si, mi hermano solía salvarme algunas veces, y ahí era cuando aceptaba que lo amaba.

— Me alegro por ti cariño — Soltó con una leve sonrisa en su rostro. Jo, si claro mamá.

Luego de que terminara de desayunar y que Emmett le relatara a mamá todo lo que había hecho antenoche en el club, subí tranquilamente la escalera y me encerré en mi habitación. Prendí el televisor y conecte el DVD, saque la película 'A walk to remember' y me instale en la cama a verla. La trama de la película siempre me había gustado, el chico rudo y popular del colegio se enamora de la chica nerd, que resulta tener leucemia...Dios, soy demasiado trágica para elegir las cosas. Cuando estaba en la parte en donde Jamie le dice a Landon que tiene leucemia, y estaba prácticamente al borde de las lágrimas...vino la interrupción, sorbí mi nariz y tome mi celular que reposaba sobre el buró, no sin antes pausar la película.

— ¿Diga? — respondí con voz pastosa, secando las lagrimas de mi rostro.

— ¿Bella, estas bien? — me quede en silencio al escuchar esa voz precisamente. Tonta Bella 'no llames a casa Edward' Debería haber dicho 'no me llames a ningún lado'

— Edward, estoy ocupada — suspire y mire la pantalla de la televisión — Que quieres, rápido — Tenia que molestar con su presencia telefónica cuando estaba en la mejor parte, genial.

— Eh, nada — cerré los ojos y hundí mi cabeza en las almohadas — Yo solo...quería...— Edward suspiro al otro lado de la línea — Nada, olvídalo — me quede en silencio por un rato...el me había llamado solo para molestarme, si, porque me molestaba en estos momentos.

— Edward, tu tienes que hablar con Carlisle para que te lleve a una consulta medica, no estas bien — comente cuidadosamente.

— ¿Eh? — pregunto confundido.

— Um, bueno, estoy segura de que sufres de algún trastorno de personalidad o algo — rodé mis ojos — Dime ¿Me tratas como la mierda y después haces como si nada? Lo siento cariño, pero aunque no lo creas, tengo sentimientos...y como tu lo dijiste, un muy grande orgullo — suspire — Así que si no tienes nada más que decir, adiós — Colgué y apagué el celular.

Nada ni nadie iba a impedir que viera el final de la película. La muerte de Jamie era algo que me dejaba en una crisis de llanto por minutos, tal vez horas.

Unos suaves golpes en la puerta me despertaron. Dios, me había quedado dormida luego de llorar como una magdalena y pedirle a Jamie que me dejara a Landon, si, soy una chica loca. Talle mis ojos y parpadee un par de veces para despabilar, me levante media grogui aún y camine a la puerta, la abrí con cuidado, tapando un bostezo con una de mis manos.

— ¿Mamá? — pregunte confundida, cuando vi a Renée parada fuera de mi habitación con una mirada que decía 'tenemos que hablar'

— Bella, vamos a hablar de algunas cosas — Mamá me hizo a un lado y entro a mi habitación, hizo una divertida mueca con sus labios cuando vio el desorden que tenia, haciendo las cobijas a un lado se sentó sobre la cama y palmeo a su costado, incitándome a tomar lugar junto a ella.

— ¿De que quieres hablar? — Pregunte con cautela, aunque ya tenía una leve sospecha de que se trataba.

— De ti cariño — respondió simplemente — De lo que esta pasando en tu vida — se encogió de hombros y tomo mis manos entre las suyas — ¿Tienes algo que decirme cielo? — negué con mi cabeza. Había muchas cosas que quería hablar con mamá, pero prefería dejármelas para mi — ¿Qué sucede entre tu y Edward? — Si mamá, justo en el blanco.

— Nada — conteste encogiéndome de hombros — Solo...ya no somos amigos como antes — le di una mirada y sonreí débilmente. Renée sonrió con tristeza y acaricio mi mejilla.

— ¿Tiene eso que ver con lo que tu hermano dijo el otro día? — Agradecí mentalmente que Renée no utilizara la frase 'te gusta Edward'. Hice una mueca con mis labios y medio asentí.

— Eh, si y no — respondí — Es solo que...han pasado muchas cosas últimamente — me estire en la cama con un fuerte suspiro — Mamá, realmente no quiero hablar de esto — casi suplique para que dejara el tema.

— Pero vamos a hacerlo — Renée solía ser tan terca como yo — ¿Qué fue lo que te hizo Edward cariño? — resople y me gire quedando boca abajo.

— No todo es su culpa ¿sabes? — Suspire. Si, sonara estúpido, y no lo estaba defendiendo, peor no puedo negar que yo también me he comportado horrible — Pero bueno, el tampoco ha sido la mejor persona estos últimos días — volví a suspirar.

— ¿No tendrá que ver con esa lista tuya? — pregunto con suspicacia.

— No lo se mamá, no lo se — volví a girarme y me senté en la cama mirando a Renée — Lo único que se es que me gusta Edward — rodé mis ojos — A pesar de todo, a pesar de que ahora no seamos los mejores amigos, a pesar de que a veces quiero odiarlo con todo mi ser... — escondí mi rostro entre mis manos — A pesar de que tenga novia y que, aparentemente, ella es mucho, mucho mejor que yo — Levante mi rostro y mire a mamá con tristeza — No puedo negar que lo quiero, y mucho — reí amargamente — Es gracioso, es como si con cada maldito error que hiciera me gustara mas — Renée abrió sus brazos invitándome a ellos, me acerque y me fundí en el abrazo de mi madre.

— Tu solo tienes que estar tranquila cariño, debes pensar que estas son pruebas que nos pone la vida — Comento con tono sabio — Tu eres una chica grande, que sabe lo que hace — Beso la cima de mi cabeza y continuo — Ya veras como saldrás triunfante después de todo — acaricio mi cabello dulcemente.

— ¿Triunfante, en que? — pregunte confundida, levantando mi cabeza y mirando a mamá a los ojos.

— En que tu y Edward estarán juntos — Agrego sonriente. Rodé mis ojos.

Para algunas cosas seguía siendo Renée.

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Hoy no comento solo quiero subir capis..Porque yo se que los fines de semanas son largos asi que mi querida Beth te dejos estos capis asi aguantas !!!!Me alegro que te guste los regalos !!Tqueroo mucho LAP