BIENVENIDAS/OS A MI MUNDO, AQUI ME DEJO LLEVAR POR LA IMAGINACIÓN, POR FAVOR RESPETA MIS HISTORIAS.. GRACIAS POR DEDICARME TU TIEMPITO !! LAP

viernes, 14 de mayo de 2010

Perdida ..capitulo 2:Enfrentar los hechos


Capítulo II: Enfrentar los hechos

(Bella's Point of View)

Me miré al espejo. Estaba usando un largo vestido negro para la cena, que llegaba hasta el piso. La tela se entrelazaba en mi espalda en figuras de cruces y no tenía tirantes.

Hacía dos semanas había comenzando mi misión de intentar averiguar la identidad del misterioso 'C' y no había encontrado absolutamente nada. Refunfuñé mientras me arreglaba el cabello. Esta noche lo usaría en suaves rizos cayendo por mi espalda.

Mi chofer estaría aquí en cualquier minuto para llevarme a otra horrible fiesta en la casa de uno de los grandes de Nueva York. El único incentivo que me llevaba a aceptar la invitación era saber que alguien podría tener alguna pista de 'C'. Caminé hacia mi enorme ventana, observando las luces de la ciudad nocturna, y suspiré.

La visión hizo que un recuerdo se abriera paso entre mi mente, empezando con tal inocencia y sutilidad que al principio ni siquiera era consciente de qué era.

Estaba de pie en la plataforma del Seattle Space Needle. Era de noche y la ciudad estaba iluminada, reflejándose en el océano mientras las luces de un barco podían ser vistas a lo lejos en el Pacífico. La brisa me alborotaba el cabello y sentí dos fríos brazos de piedra envolverme desde atrás.

- Hola, amor - la voz era suave, como una manta de terciopelo extendiéndose sobre mí.

Me relajé contra sus hombros firmes mientras él comenzaba a tararear mi nana al oído. Entrelacé mis dedos a los suyos y sentí su respiración en mi cuello, haciéndome estremecer.

El recuerdo era breve, pero tuvo el efecto de un trueno resonando en mi cabeza.

Por tanto tiempo no había sentido nada, y ahora que aquello había vuelto a mí había sentido… bueno, todo.

Me paralizó. Recosté la frente contra la ventana y mis brazos envolvieron mi torso instintivamente, sosteniéndome con fuerza. Era extraño, estas heridas que continuaban palpitando y sangrando a pesar de todo el tiempo pasado. Cerré los ojos y respiré profundamente. Había demostrado que me había vuelto lo suficientemente fuerte para soportarlo, sólo necesitaba un momento. Marqué la mandíbula mientras intentaba controlarlo. Ni siquiera podría ir a correr para alejar el recuerdo.

Mi móvil sonó; el chofer había llegado. Debía irme.

Tomé mi pequeño bolso mientras caminaba lentamente hacia la puerta, sin molestarme en mirarme otra vez en el espejo.

La cena fue predecible. Pasé la mayor parte de la noche rechazando los avances de los hombres interesados. Uno pensaría que algún instinto interno les haría alejarse de mí por naturaleza, pero no. El senador de Nueva York era peculiarmente insistente.

- Señorita Swan, me di cuenta de que es de la costa oeste, ¿verdad?

- Sí - sostuve mi bebida entre nosotros como si fuera un cuchillo -, vivía a pocas horas del norte de Seattle - dije vagamente.

- Los Seahawks de Seattle jugarán contra Los Gigantes este domingo y tengo unas entradas. Me encantaría que asistiera conmigo - relampagueó su sonrisa política que usaba para conseguir votos.

Creo que recordaba escuchar a uno de los chicos de mi oficina mencionar una vez a Los Gigantes como un equipo de fútbol de Nueva York. Preferiría arrancarme las uñas antes que sentarme a ver un partido.

- Lo siento - respondí con tan poca emoción como me fuera posible -, pero este domingo tengo otro día de trabajo. Estaré en la oficina todo el tiempo.

- Oh, no puedes decirme que tienes algo tan importante que no puedes tomarte un descanso de unas pocas horas - estaba acostumbrado a luchar por los votos -. Es una noche de partido, puedes trabajar hasta las cuatro esa tarde y te llevaré de vuelta a tu oficina luego del juego si quieres, a menos que te diviertas tanto que decidas quedarte - incluso alzó las cejas cuando dijo aquello.

Resistí las ganas de lanzarle la bebida al rostro y alejarme de él. En lugar de eso me tragué la urgencia y dije:

- Tentador, pero no - y entonces fue cuando me fui.

Divisé a mi asistente Simmons en el otro extremo de la habitación. Era la esencia de lo que es un chico de California hecho y derecho. Un chico de California muy inteligente. Por alguna razón, creía que las mujeres le encontraban atractivo por mantener su cabello rubio lo suficientemente largo para que cayera vagamente a un lado del rostro, casi cubriendo uno de sus ojos castaños oscuros. Bastantes mujeres habían aprobado esa teoría. Con aquel largo cabello rubio y el hecho de que medía 1.80, siempre era fácil distinguirle en una fiesta.

Caminó hacia mí con confianza.

- Una de tus obligaciones es quedarte a mi lado para que los Senadores piensen que no estoy libre y no flirteen conmigo – entrecerré los ojos -. Para eso te pago tanto.

- Lo siento, reina de hielo - rió - pero los humanos necesitamos usar el baño de vez en cuando.

- Sí - bufé - bueno, también te he visto detenerte para hablar con esa supermodelo de Gazelle… ¿cuál era su nombre?.

- Su nombre es Giselle Bundchen - lanzó una carcajada profunda y alzó las finas cejas con aprobación -. Y si quieres despedirme por ella, no habrá un solo jurado en el mundo que se ponga de tu parte.

- ¿Has podido encontrar algo sobre la Corporación C? - dije en voz baja y crucé los brazos, resoplando. Dejé mi bebida en una bandeja de un camarero que pasaba. Nunca tocaba el alcohol; adormecía los sentidos y yo debía mantenerme atenta. En fiestas como éstas, era más o menos una ventaja.

- No sólo no he conseguido ningún dato, sino que la mayoría de los invitados aquí ni siquiera han escuchado hablar de la compañía - Simmons suspiró pesadamente -. La Corporación C ha estado produciendo millones de dólares por año en silencio sin que nadie se diera cuenta - miró alrededor para asegurarse que nadie le estaba escuchando -. Muchos de los clientes de Fortuna 500 están en este salón. Si ellos no saben nada, entonces nadie lo hará.

Estaba más que frustrada. Esto estaba comenzando a ser más que un juego y a mí no me gustaba perder. Oler a la presa y no poder atraparla me estaba volviendo loca. Estaba involucrada ahora también por el placer del reto más que por otra cosa.

- Alerta - murmuró Simmons -. Jefe acercándose a tu izquierda.

- Buenas noches, Señor Hathaway – canturreé, volteándome con una sonrisa.

- Igualmente, Isabella. Te ves tan guapa como siempre, tal y como un hermoso gato arrinconando a un ratón - sonrió con complicidad. Si había una persona más brutal y cruel en este mundo que yo, ése era mi jefe, el CEO de Berkshire-Hathaway, el mismo señor Sterling Hathaway -. ¿Tienes alguna noticia sobre la Corporación C? - susurró, inclinándose hacia mí.

- Todavía no, señor Hathaway - sacudí la cabeza - pero no estamos dispuestos a rendirnos. Tendremos su cuello en nuestra guillotina pronto.

- Oh, estoy seguro de eso - estrechó mi mano, sonriendo otra vez con malicia -. No cabe duda. Buena suerte con la caza - dijo mientras me daba una fuerte palmada en la espalda y se alejaba siguiendo al camarero con las bebidas.

Antes de que pudiera abrir la boca para hablar con Simmons, sentí un suave contacto en la parte interna de mi codo. Me volteé para ver a un hombre delgado y de 1.90 de alto mirándome, de cabello rizado negro como el petróleo. Tenía la piel curtida y facciones propias de un comercial de Abercromie & Fitch y, no pude evitar darme cuenta, los ojos azules más oscuros que había visto en mi vida. Le miré expectante.

- Disculpe - dijo con una voz profunda y suave -. No creo que tenga ningún deseo de conocerme, pero debo irme pronto y lamentaría por el resto de mi vida no haber venido aquí y hablarle - me tendió la mano -. Hola, mi nombre es Thomas Vaughn, ¿y usted es…?

Antes de que pudiera abrir la boca escuché un estrangulado chillido saliendo de la garganta de Simmons. Le observé con curiosidad.

- Soy Isabella Swan - respondí. Alcé la mano para estrechársela, pero en lugar de eso la tomó y la elevó para tocarla levemente con sus labios, sin dejar de mirarme.

- Hola, Isabella - susurró.

- ¡Eres Thomas Vaughn! - al parecer Simmons había logrado encontrar su voz.

- Creo que ya habíamos establecido eso - apunté con ojos entrecerrados.

- Oye, tío, soy un gran admirador - Simmons al parecer no me había escuchado. Tendió su mano y estrechó la de Vaughn con entusiasmo -. ¡Eres el mejor lanzador que Los Gigantes de Nueva York han tenido en quince años! ¡Tu partido del domingo fue increíble! Ese lanzamiento en los últimos tres segundos para ganar el juego fue simplemente… - no parecía capaz de terminar la frase.

Miré a Vaughn; parecía avergonzado y un tanto incómodo. Le sonrió a Simmons, bajó la mirada y se sonrojó tenuemente.

- Miren, si ustedes están juntos, lamento…

- ¡No! - casi le escupió Simmons. Se colocó detrás de mí y me agarró de los hombros, volteándome en la dirección de Vaughn. No tenía idea de que era tan fuerte. Me dio un suave empujón -. ¡Aquí, es tuya!

Volteé la cabeza y miré a Simmons horrorizada.

- Mira - susurró furiosamente entre dientes - sé que no has tenido una cita en… digamos, nunca. Bien podrías estar en un convento. ¡Harás esto! ¡Es Thomas Vaughn! - me empujó otra vez levemente -. Ahora sonríe como si fueras humana - susurró.

Me volteé y sonreí con cortesía. Hice una mueca. Creo que lesioné un músculo en mi mejilla que no usaba hacía mucho tiempo. Al parecer funcionó, Vaughn me devolvió una sonrisa de mil batios.

- Escucha, lo siento mucho, pero debo irme - dijo -. ¿Hay alguna oportunidad de que salgas conmigo este domingo por la tarde?

No había tenido una cita desde que había ido con él a su casa en mi decimoctavo cumpleaños. No tenía ningún deseo de hacer esto, no quería salir con Thomas Vaughn ni con nadie más. Nunca lo haría, nunca. Abrí la boca para negarme cuando sentí a Simmons agarrarme la parte posterior de la cabeza y moverla hacia arriba y abajo. Estaba asintiendo en contra de mi voluntad.

- ¡Genial! - dijo Vaughn -. ¿Te llamaré?

Simmons saltó enfrente de mí y le entregó una servilleta con mi número personal garabateado en ella. Vaughn rió entre dientes y se volteó para decir:

- Hasta el domingo.

Y entonces se fue.

Le observé atónita, parpadeando con sorpresa ante lo que acababa de suceder. Me giré para mirar a Simmons con los ojos entornados.

- ¿Qué demonios fue eso? - espeté.

- Oye, ni siquiera empieces, ¿vale?. En serio, el lunes a la mañana vendrás al trabajo para agradecerme. Necesitas una cita como… bueno, como una flor necesita a la lluvia.

- ¿Qué? - musité.

- ¿Donde está tu sentido de la aventura? - preguntó con una enorme sonrisa en el rostro.

Aventura. Iba a tener la más impresionante de todas y él me lo había arrebatado todo.

Observé a Simmons fijamente sin responder.

- Mira, estás muerta internamente, Bella - dijo con seriedad, colocando una mano en mi hombro. Alzó la otra para que no le interrumpiera -. Lo sé, lo sé, lo tienes todo. Puedes ir a matar como nadie lo ha hecho nunca, pero eso no es vivir. En algún punto algo o alguien mató todo lo que te hacía humana. Estás aquí con nosotros, pero eres más como un cadáver autómata.

Me enderecé y crucé los brazos, indignada. No tenía derecho a hablarme así; yo era su jefa, su superior. Podía despedirle allí mismo. Fruncí los labios en una fina línea y pensé en cuánto lastimaban sus palabras, aunque nunca lo mostraría. Creía que había escondido todo el dolor tan bien que nadie veía nada cuando me miraban excepto a una mujer fría, inteligente y sensata. Aparentemente, había al menos una persona a la que no engañaba. ¿Había alguien más que pudiera ver a través de mí? Tendría que endurecer mi escudo para que nadie lo atravesara. No iba a rendirme. Eso era lo único que me mantenía en una pieza.

- Mira - esta vez sus dos manos estaban en mis hombros - no estoy diciendo que tengas que casarte con el tipo, ni siquiera tienes que salir con él si no quieres, pero, vamos, Bella, enfrenta los hechos. Estás viva, estás aquí. Hay cosas pasando alrededor tuyo y sólo tienes que verlas - acercó su rostro al mío -. Estás viva - susurró.

Le miré y tragué en grueso. 'Viva' significaba que mi corazón latía y que la sangre corría por mis venas, pero usualmente también quería decir que uno tiene esperanzas y sueños de un futuro. Viva… No estaba segura de que él tuviera razón.

Una vez, hacía mucho tiempo, por lo que era el verdadero amor, había tomado la decisión de que no sería más humana. De alguna manera, aquello me había alterado. No importaba en qué mundo estuviera viviendo actualmente, yo quería estar en el otro.

¿No había un manual revoloteando por algún lado que pudiera comprar y me enseñara cómo serlo? ¿"Humano para tontos", tal vez? ¿O "Cómo ser humano en tres fáciles pasos"?

Todos los demás parecían hacerlo bien. Todos a mi alrededor; podía escuchar risas y bromas. Gente involucrándose en verdaderas conversaciones, una mujer flirteando con tres hombres en la barra. Incluso Sterling Hathaway parecía capaz de ser cruel con algunos rasgos humanos en medio del proceso. ¿Por qué yo no podía hacerlo?.

Había sólo una razón.

Y a él no le importaba.

Gruñí y abandoné la fiesta. Iba a volver a la oficina, donde el trabajo me estaba llamando.

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Hola mis amores aqui publico el segundo capitulo de Perdida !!Recuerden que fic no es mio ni tampoco la traducción..Espero que lo lean y les agrade uno de mis fics favoritos !!Besos LAP

Lista de imperfecciones por Bella Swan,capítulo 10:La sucia apuesta.


Capítulo 10: La sucia apuesta.

El cielo lloraba; las nubes de un fuerte color gris cargadas de agua para repartir sobre los inútiles habitantes de esta pequeña localidad. El día era...triste, una gota tras otra caían deliberadamente sobre mi rostro. El camino al colegio se hacía cada vez más eterno ¡Bendito día en el que mi trasto decidió despedirse! Los malditos afortunados que pasaban abrigados y cómodos dentro de sus autos, y las almas solitaria que caminaban bajo el manto del triste cielo. Si, el cielo lloraba ¿Pero, porque lo hacia?

Porque Bella Swan asimilo que le gustaba Edward Cullen.

Fragmento sacado de: La vida de Bella, capitulo uno, la triste realidad.

¡Oh basta de melodramas!

Desde el otro día que tenía ganas de escribir en mi diario ¡Pero no tenía uno! Así que usando mis dones, mas bien pidiéndole a mamá que me diera dinero, logre comprarme un pequeño diario para las cosas importantes que necesitaba guardar de mi querida vida. Próximamente estrenare un libro A que estuvo bueno el primer fragmento, ¿no? Hmpf, también tenía que traspasar la lista, de esa forma nadie la podría ver. Aw, si esta cosa incluso y tenia un pequeño candado. Si, de ahora en adelante era la fan numero uno de los diarios.

Lista de imperfecciones, por Bella Swan.

1. Egocéntrico (Busca en el diccionario, Lauren): Amigo de los espejos y cualquier cosa que sea similar e inclusive lo que el resto le dice sobre 'su persona', en otras palabras chicas, ve su reflejo y babea por el.

2. Promiscuo: Womanizer chicas, todo un womanizer.

3. Cobarde: Sugerido por la victima de la lista, alias, E.C. (Yo...no tengo justificación para esto aún)

4. Bipolar: El sujeto presenta una serie de emociones fuera de si, es decir, nunca se sabe como va a reaccionar. De Enojado a dulce, y de dulce a ultra furioso. Y créanme chicas, no es algo lindo de ver y menos si lo provocas.

5. Celoso: Y Créanlo, incluso es celoso con objetos inanimados.

6. Malditamente impulsivo: No piensa, solo actúa. Y eso no es bueno, no es bueno para la salud mental y/o emocional de las personas; Eh...yo solo lo sé.

¡Rayos y centellas! ¡Recórcholis y todas las maldiciones!

Ahí estaba la bendita lista ¿Qué vendría ahora en la numero siete? 'Imperfectamente perfecto: creo que ustedes me entienden cuando digo esto' No, eso no podía ser ¡Me dejaría al descubierto! Discreción es la clave. Suspire tomando el diario en mis manos y poniéndome de espalda sobre la cama.

Habían pasado ya dos días de mi gran descubrimiento, los chicos no sospechaban nada; bueno, eso era lo que esperaba yo. Y ahora tan solo me quedan quince días para terminar con la lista de una vez. Venia pensando muy seriamente que esta lista fue la que me trajo a tener aquellos sentimientos, en fin.

Me puse de pie y me calce unas pantuflas, el día estaba horrible y la lluvia te obligaba a quedarte en cama; así que yo andaba feliz por la casa usando una polera de tiras y un pantalón holgado ¡Además! Mis padres y Emmett no estaban. Luego de que llegáramos del colegio, nos avisaron que irían a Seattle a ver una obra de patinaje en hielo, creo que era La Cenicienta, y bueno Emmett estuvo insistiendo para que lo llevaran, hizo de todo hasta que finalmente cedieron dejándome sola en mis aposentos.

¡Ahh, esto sí que era vida!

Me quede en el living haciendo zapping en la televisión. Minutos atrás había ordenado una pizza y aún no llegaba; viendo la tormenta que se desataba fuera me sentí mal ¡El chico pizza llegaría todo empapado! Um, pobre. Y todo porque no podía simplemente conformarme con un sándwich.

Ding, Dong.

Me levante perezosamente del sofá y fui directamente a abrir la puerta...

¡Oh por todo lo santo, la luz divina y los ángeles coreando!

Frente a mi estaba el chico más guapo que ha pisado la tierra; Y no, no diré 'pero no es Edward' Porque demonios que era guapo. Tenia una hermosa sonrisa que mostraba sus blanquecinos dientes, los cuales contrastaban con sus labios que eran de un suave color rosáceo; Sus ojos grises brillaban bajo la tenue luz que había fuera y su pelo me mató; Su pelo era incluso mas dorado que el de Rose y Jazz, es más, su cabello bajo la lluvia era igual al de los chicos que salen en los comerciales de Head & Shoulders (1) Se veía suave y brilloso. Sí, tenía unas ganas enormes de pasar mis manos para encontrarme con cero rastros de caspa. Estaba sufriendo una combustión espontánea ahora mismo.

— Pizza de queso y jamón a la orden — anuncio, entregándome la caja con la pizza y acrecentando su sonrisa. Dios, hasta la descripción de la pizza sonó sexy — Um ¿señorita? — Parpadee un par de veces, sintiendo como el rubor llegaba a mis mejillas.

— Ah, um, lo siento, ten — le entregue el dinero, el chico lo recibió y me regalo otra sonrisa. Definitivamente era su culpa el que me quedara embobada mirándolo – Gracias – le dije cuando me entrego el vuelto.

— Ey...chica — el chico pizza toco mi hombro cuando me gire y yo creí que había muerto y estaba en el cielo, volví a mirar a donde se encontraba el.

— Bella — le dije, dándole una sonrisa y cambiando mi peso hacia el otro pie.

— Bella — repitió sonriendo — ¿Me harías un enorme favor? — Me preguntó suplicante — Acabo de pedírselo a una señora — bufo — pero me cerro la puerta en la cara — Rodé mis ojos ¡Vieja loca que pierda oportunidades!

— Um, ¿Qué favor? — le pregunte enarcando una ceja, mientras cambiaba la pizza a mi otra mano.

Sonará burdo; pero créanlo o no, haría cualquier maldito favor que el me pidiera.

— Verás, se me descargó el teléfono — Levanto su mano mostrando un celular completamente empapado — Bueno, creo que se averió — agregó haciendo una mueca con sus labios — En fin, ¿Me prestarías tu teléfono? – me pregunto, sonriendo apenado.

— Ajá, claro — me hice a un lado para dejarlo pasar, el chico se saco la chaqueta roja que llevaba encima y la dejo afuera para no empapar la casa y entro.

— Me llamo Alec, por cierto — sonrió de una forma despampanante, y yo desaparecí en la sala para buscar el teléfono. Maldición, no encontraba el teléfono. Busque entre el sofá, debajo de la mesa de centro ¡Incluso tras la televisión! Absolutamente nada.

— Um, Alec, iré a ver arriba, no lo encuentro por ninguna parte – Rodé mis ojos, mientras subía la escalera. Y sobre la cama de Emmett estaba el bendito aparato. Ahora me pregunto, ¿Qué clase de persona deja a un completo extraño en su casa? Si, yo era una enferma.

Baje la escalera y ¡Vaya sorpresa que me encontré! Jacob estaba hablando con el chico pizza, bueno más bien parecía que lo interrogaba. Alec hacía gestos divertidos con su cara y Jake fruncía el ceño y sus labios repetidas veces.

— Uh, ten — le entregue el teléfono inalámbrico a lo que el me regalo una sonrisa y se alejo de nosotros — ¿Cómo entraste? — le pregunte a Jake.

— Por la puerta — me contesto rodando sus ojos. Golpee su brazo ligeramente — Con la llave que estaba en aquel macetero que tiene Renée — Cierto, mamá y sus 'extrañas partes para esconder la llave de recambio' — ¿Qué haces sola con el chico de las pizzas? — Me pregunto frunciendo el ceño, cuando Alec se acerco a nosotros y me entrego el teléfono.

— Muchas gracias Bella — hizo una especie de reverencia y volteo a Jacob — Y no, no soy ningún tipo de striper disfrazo de repartidor, adiós — le hizo un gesto con su mano y salio por la puerta. Suspire ensoñadoramente mientras veía salir al chico. Menuda suerte que me traía la lluvia.

— ¿Le preguntaste si era un striper? — Jake me siguió a la cocina y soltó una gran carcajada.

— Bueno, tenía que descartar todas las posibilidades ¿Qué persona deja entrar a un extraño deliberadamente a su casa? ¡Oh, tu! — agregó sarcásticamente. Abrí la caja de la pizza y le ofrecí un trozo. Lo tomó y lo echo de un sopetón a su boca — ¿Por qué estas sola? – me preguntó luego de haber tragado el trozo de pizza.

— Charlie y Renée tenían unas entradas para una obra sobre hielo en Seattle, y bueno, tu conoces a Emmett — me encogí de hombros y saque otro trozo.

— Fue con ellos — asentí — ¡Oh demonios! ¡Tu hermano es un maldito gay! — y se largo a reír.

— Solo espera a que llegue, te apuesto cualquier cosa que llegara llorando — Jake me observo con un brillo juguetón en sus oscuros ojos. Mierda.

— ¿Cualquier cosa? — me preguntó, poniéndose frente a mi. Asentí, no iba a perder y lo sabía ¡Emmett es Emmett! — Bien, llámalo — abrí los ojos — Llama a Emmett y pregúntale como esta la obra — insistió, entregándome su celular y cruzándose de brazos, con esa sonrisa de burla bailando en su rostro.

Marque el numero de Emmett lentamente, solo esperaba que no se hubiera quedado dormido. El tono sonaba y sonaba y nadie contestaba al otro lado. Colgué y marque una segunda vez, nada. Jake me quito el teléfono y le puso el altavoz, marco el número y esperamos.

— ¡Qué! — gruño una voz al otro lado... somnolienta.

— Ey, Emmett — Jake sonrió victorioso — Dime ¿Cómo esta la obra? — pregunto, acercándose más al auricular y apoyándose contra la encimera.

— Esta obra es una mierda — Emmett susurro, supuse que mamá y papá estaban cerca — Y esos hombres con malla, me dan escalofríos — Jake no pudo soportar la risa.

— Gracias Emmett, ¿Por qué no podías simplemente llorar como lo haces con esas cosas? Ahora tendré que hacer lo que Jacob me pida — Rodé mis ojos y resople enfurruñada.

— ¿Bella? ¿Cómo que tendrás que hacer lo que te pida Jacob? ¡Le pones un dedo encima y te mato! — Jake bufo y tomo el teléfono en sus manos.

— Nos vemos Emmett, y no te preocupes por Bella, esta en buenas manos — Colgó después de escuchar un gruñido por parte de Emmett — Bien Bella, vamos a la sala — hizo un gesto con su mano indicándome que pasara primero.

Caminamos hasta uno de los sofás dobles que había, Jake aun jugaba con el teléfono en sus manos y de repente hacía muecas chistosas. Yo solo pensaba en lo que me esperaba, Jake se estiro a lo largo del sofá y puso su cabeza en mi regazo y luego levanto el teléfono y sonrió de una forma que me dio miedo, me recordó a Alice.

— Ten, llama a Cullen — Mis ojos se abrieron por la sorpresa y Jake seguía sonriendo de esa forma – Dile...dile algo sucio — Jake mordió sus labios tratando de contener la risa. Yo estaba escuchando felizmente como caía la lluvia.

— ¿Sucio? — le pregunte, haciéndome la desentendida. Jake rodó sus ojos.

— Ya sabes, una de esa llamadas calientes — Oh mierda, mi cara ardía — Y le pones el altavoz, quiero escuchar lo que el maldito dice ¡Oh si que será divertido! — Exclamo sumamente entretenido, yo no le encontraba la gracia.

— Jacob Black, yo no puedo hacer eso —alegué, apretando el teléfono entre mis manos. Jake me quito el teléfono y comenzó a marcar, luego puso el altavoz y volvió a colocar el teléfono en mis estáticas manos.

Hice lo primero que se me vino a la mente, colgué.

— ¡Bella! Tu perdiste, esto es lo que tienes que hacer, no será tan difícil — tomo el teléfono nuevamente en sus manos — Um, recuerda cuando Emmett te hizo ver aquella película — Sus cejas se movieron sugestivamente y yo cerré mis ojos. Esa maldita película porno que me había traumado de por vida.

— Edward sabrá quien fue — Trate de hacerlo entrar en razón, más todo lo que le decía era en vano — Oh esta bien, pásame el maldito teléfono — espete enojada.

El tono me tenía los nervios de punta, hasta que él contesto y yo, literalmente, colapse.

— ¿Hola? — Su voz sonaba incluso más linda a través del teléfono ¡Wow, me volví cursi! ¡Yupi!

— Eh, Hola Edward — Mi vos sonó penosa, trataba con todas mis fuerzas de que saliera con normalidad; falle. Se escucho un tipo de movimiento al otro lado de la línea y luego silencio.

— ¿Bella? ¿Estas bien? — su tono preocupado me pareció de lo más tierno. Ow, Bella concéntrate. Bien, trate de rememorar aquella película que había borrado de mi switch, o sea, de mi cerebro.

— Uh, no — Jake levanto sus pulgares alentándome a seguir — Estoy sola y ¿Sabes? No es muy agradable — Carraspee y fruncí el ceño cuando Jake se tapo la boca con sus manos. Se escucho como Edward soltaba el aire por el teléfono.

— Y... ¿Quieres que te vaya a ver? — me pregunto, con indecisión. Jake rodó sus ojos y yo golpee su frente.

— Mm, no — hice una mueca con mis labios, pensando — Emmett me dejo una pila de películas que no sería nada saludable ver juntos, y menos estando solos — Jake estaba apunto de soltar algunas lágrimas por lo que yo estaba diciendo.

— ¿Q-que tipo de películas? — Edward carraspeo antes de preguntar con voz temblorosa, sonreí por inercia.

— Mm, tu sabes de esas películas — reí — Nunca pensé que una mujer pudiera hacer tantas cosas estando sola — Jake arqueo una ceja en mi dirección y yo me encogí de hombros. El quiso que hiciera esto, yo me estaba tomando el papel muy enserio.

De ahora en adelante, sucia seria mi segundo nombre.

— Oh — Edward volvió a carraspear — Tú, Bella tú...— quise reír cuando se trabo con sus palabras, pero debía guardar la compostura. Como si cada palabra fuera real.

Lo que no sabía era como mierda lo iba ver a los ojos después de esto.

— Hmpf, bueno. Estas cosas te prenden, gracias al cielo solo andaba con mi pijama — Suspire teatralmente.

— ¿A-andabas? — Oh, lo había captado. Jake corrió a esconderse a la cocina para liberar la carcajada que estaba atascada en su boca.

— Mhm, ya no hay pijama — solté, tratando de sonar seductora. Se escucho un golpe al otro lado de la línea y Jake asomo su cabeza por la puerta d la cocina, nuevamente levanto sus pulgares.

— Ya no hay pijama — soltó con voz ahogada.

— Nop, no pijama, no...Nada — me acomode en el sofá y proseguí con el 'juego' basta decir que mis mejillas se asimilaban a los farolitos de navidad — Y dime Edward ¿Qué debo hacer? — pregunte inocentemente, el silencio predomino por unos segundos.

— Ah, yo, Bella... — Su respiración se acelero un poco más de lo normal — Oh Dios Bella — murmuró, haciendo que se me erizaron los vellos de mis brazos.

— Vamos Edward, tu eres el experto en esto ¿No? — Agregué — Tal vez podrías enseñarme algunas cosas más — comenté, ¡Ja! ¡Como si hubiera hecho algo!

— Algunas cosas más — repitió nuevamente, con la voz ronca — ¿Eso quiere decir que... — paró súbitamente — Oh mierda Bella, será mejor que cortes ahora mismo si no quieres que vaya tu casa y haga algo de lo que no me arrepentiré — Un vaso se quebró en la cocina y mi respiración se quedo atascada en mis pulmones, podía estar morada y yo ni enterada. Sacudí mi cabeza y volví a tomarle atención al aparato.

— Um, esta bien, nos vemos Edward — dije con total naturalidad y colgué. Ahora no eran solo mis mejillas las que rebosaban de un color rojo ¡Era todo mi rostro! — ¡Jacob Black te detesto!— chille, casi ahorcando al pobre teléfono.

— Wow Bella, para una novata como tu ¡Vaya que eres sucia amiga! — Resople, sintiendo calentar mi rostro nuevamente — Ahora tenemos que esperar — me dijo, tomando asiento a mi lado nuevamente, ofreciéndome un vaso de jugo.

— ¿Esperar, que? — le pregunte, subiendo mis pies al sofá.

— A que venga Cullen — El jugo dio de lleno con su cara cuando dijo eso — ¡Bella! — chillo, limpiándose con el borde de mi polera.

— E-espera ¿Qué acabas de decir? — le pregunte temerosa, quitándole el borde de mi polera que había usado como pañuelo y ahora estaba de un color naranjo claro.

— Oh ¿Tu crees que el no vendrá? —moví mi cabeza frenéticamente en forma afirmativa. Jake rió sonoramente y acaricio mi cabello — Eres tan ingenua. Bien, el vendrá — sentencio sonriendo, encendiendo la televisión — Es hombre, vendrá, y cuando me vea a mi — Su sonrisa se acrecentó. Recién caí en la cuenta de lo que estaba tramando este idiota — Me gustaría tener palomitas para ver su rostro — agregó sin sacar la sonrisa de su rostro.

Ya no tenía uñas de tanto morderlas, Jake estaba enfrascado en un programa donde transmitían el partido de futbol de no se que equipo. Eso no era específicamente algo que me interesara, no ahora ¡Solo le rogaba a Dios que Edward no lo viniera! Bueno, aunque pensándolo bien, no era como si me importara...Oh, si, me importa lo que el piense de mi. Y si, estaba segura que si el veía a Jacob aquí y cosas erróneas se formaban en su cabeza por la estúpida llamada; Bien, Edward pensaría que soy una maldita cualquiera. Y Bella Swan no es una cualquiera, ramera, prostituta, mujer barata o como quieran llamarle.

— Bella, el timbre — Jacob me dijo, despertándome de mi caos mental — ¿Quieres que vaya a abrir? — En un abrir y cerrar de ojos yo estaba de pie frente al sofá, camine como un robot a la puerta e inhale aire tres veces antes de exhalar. Abrí la puerta de un tirón y ahí estaba él.

Y me retracto de todo lo que dije sobre el chico de la pizza.

Si, sonara cursi. Si, tal vez sea porque me gusta. Pero nadie se vería como el bajo la lluvia, con su respiración agitada, su cabello más revuelto que de costumbre y esos hermosos ojos verdes brillando con intensidad ¿Por qué? Porque nadie tiene esos ojos que te deslumbran con solo mirarlos una vez, porque nadie tiene ese maldito cabello que te dan unas ganas locas de jalar con tus propias manos, porque a pesar de que lo niegue; porque si, lo voy a hacer. A pesar de todo ello, nadie se compara con el idiota de Edward Cullen ¡Demonios! Y ahora me sentía mal por la estupidez que acababa de hacer, seducida por el maldito juego de 'te apuesto cualquier cosa' con Jacob. Edward dio un paso frente a mi e iba a hablar, puse mi dedo índice sobre sus labios haciéndolo callar.

— Solo, escúchame — Asintió, retirando mi dedo de su boca — Lo siento, lo siento, lo siento ¡Solo estaba jugando con Jacob! Y bueno, perdí. El me dijo que te llamara y...que hiciera ese tipo de conversación — Baje mi cabeza avergonzada — Tu sabes que yo no digo esas cosas ¡Y mucho menos vería esas películas de Emmett! – me estremecí de tan solo pensarlo.

— ¿Jacob sigue contigo? — Asentí confundida — Bien, me quedare en el Volvo y cuando se vaya vendré a hablar contigo, se que no te gustaría ver como lo despedazo — Rodé mis ojos. Lo que no me esperaba era que Edward me abrazara y besara la cima de mi cabeza.

Entré aún confundida y lo primero que hice fue ir donde se encontraba Jake desparramado sobre el sofá. Le quite el control remoto de un tirón y lo hice ponerse de pie.

— ¿Dónde esta Cullen? — me pregunto alzándose en la punta de sus pies, algo completamente absurdo dado que me ganaba en altura por...mucho.

— Tu te iras, para que yo pueda hablar con Edward y explicarle lo que hicimos — le dije calmadamente — Y así nadie saldrá herido — sonreí abiertamente empujando a mi querido amigo hacia la puerta.

— ¡Cochinona! Lo que tú quieres es quedarte con Cullen para hacer lo que dejaste inconcluso ¿no? — Lo mire como si estuviera loco. ¿Cómo hacia eso? El me había confesado que yo le gustaba como algo más que una simple amiga ¡Y hacia bromas de esa forma! Definitivamente le preguntaría que era lo que hacia para actuar con naturalidad. Bueno, cuando aceptara del todo el asunto Edward.

— Jake solo vete, te llamo luego ¿Si? — le dije, mirándolo con suplica. No era que quería estar a solas con Edward, simplemente quería aclarar las cosas y...eso.

— Claro, claro. Aunque lo único que quieres es que no le rompa la cara al estúpido ese — Jake se encogió de hombros — Después de todo es el chico que te gusta — añadió restándole importancia, jale de su hombro ferozmente y lo obligue a mirarme.

— ¿Qué has dicho? — un tic apareció en mi ojo derecho.

— Lo que escuchaste Bells, no soy idiota — Rodó sus ojos — Pero tranquila, que se la haré difícil — Me guiño un ojo y se fue por la puerta.

Ok, me recordé mentalmente que solo era cuestión de tiempo a que Edward volviera a golpear la puerta. Estaba avergonzada; Oh si que lo estaba, no era como si hubiera usado palabras toscas o desagradables, pero yo me había insinuado por teléfono ¡Era como si Edward hubiera llamado a los fonos de sexo que salen en televisión! Si, avergonzada era poco para como me sentía. Sentí unos suaves golpes en la puerta hacer contraste con la lluvia, suspire antes de abrir la puerta. Edward entro en silencio, colgó su chaqueta en el perchero y camino a la sala de estar.

— Bella, no sé como demonios lo hiciste, pero créeme; eras igual a esas chicas de... — chille tapándome mis oídos, roja de vergüenza.

— Lo sé, lo sé, solo cállate — le suplique, este era un pequeño 'apostemos-desliz' en mi vida que no se volvería a repetir. ¡Nunca volvería a aceptar una propuesta o apuesta! Primero debo zafarme de la lista.

— Esta bien — dijo soltando una risita.

— Um, ¿Quieres pizza? — le pregunte, cuando nos quedamos en silencio por unos segundos. Edward asintió y se puso de pie al igual que yo para ir a la cocina donde se encontraba aun la caja con algunos trozos de pizza — Ten — le entregué el trozo de pizza, el cual oloroso y lo acerco a sus labios lentamente; como si supiera lo que me hacían sus labios.

Dios, como me gustaría ser esa pizza ahora

¡Oh basta!

— Mm, ¿Bella? — Sacudí mi cabeza por casi enésima vez en el día, pasaba mucho tiempo perdida por la galaxia. Aunque fue un grave error hacerlo, hubiera preferido mil veces quedarme perdida que ver lo que tenia frente a mi, muy frente a mi.

— ¿Qué? — pregunte, tragándome el pedazo de pizza que aun quedaba en mi boca. Edward se inclino un poco más, haciendo que solo unos centímetros nos separaran, los vellos de mis brazos se erizaron, se me puso la piel de gallina cuando su aliento golpeo tenuemente con mis labios.

— ¿Tienes frío? — me pregunto, mirando de soslayo mis brazos que permanecían firmes apoyados en el borde de la encimera. Negué con mi cabeza y el se acerco más, sonriendo de esa forma que me dejaba aún mas boba.

Y lo que paso la otra vez en La Push iba a pasar de nuevo, si yo no lo impedía. Jo, como si fuera a impedirlo. No tenia escapatoria ya que estaba contra la encimera y su cuerpo me acorralaba, tampoco era que quisiera una escapatoria ¿Qué es más delicioso que besarse en un día de lluvia? Mas delicioso es sentir los labios de Edward sobre los míos en un día de lluvia, más delicioso es reaccionar estúpidamente al tacto de sus manos en mi cadera y demasiado delicioso era sentir su sedoso cabello entre mis dedos. Pero lo que no es delicioso fue, darme cuenta de que él hacia esto por algo, y yo lo sabia en mi retorcida cabeza. Agarre su cabello entre mis manos y los jale para separarlo de mí.

— ¿Por qué demonios haces esto? — le pregunte, con mi mejillas levemente arreboladas y mi respiración un poco agitada. Edward sonrió y apoyo su frente contra la mía.

— Yo...solo quiero probar algo — contesto encogiéndose de hombros. Y ahí se fue toda la magia de besarse en un día de lluvia.

Me importaba un mismísimo pepino lo que quería probar ¡Nadie me besaba porque quería probar algo! Cerré mis ojos y conté hasta días, para tratar de calmar mis humos y también para pensar en otra cosa que no fuera el sonido de...mis amiguitos, lo cuales estaban en mi cerebro y trataban con todas sus fuerzas de que el archivo 'Sentimientos de Bella' no pasara por la máquina trituradora de papel.

— ¿Probar algo? — Repetí, sin abrir los ojos aún — ¿Tu me besas porque quieres probar algo? — Aún sin abrir mis ojos me separe como pude de sus brazos — Edward Cullen, si no quieres que te de la cachetada del siglo será mejor que te vayas — Y créanme cuando decía la cachetada del siglo.

— Bella — abrí mis ojos y lo vi acercarse. No iba a llorar porque eso no funcionaba conmigo, por lo menos no delante de él o cualquier persona, tal vez lo haría patéticamente sola en mi habitación. Si, tal vez.

— Ey — se quedo estático en el lugar en donde estaba — Ya te dije que lo sentía por lo que hice ¿Esta es tu venganza? Porque digo, somos amigos — Rodé mis ojos — ¿Porque no vas a besar a...Kate, por ejemplo? A ella la puedes usar 'para probar algo' — enfatice haciendo comillas con mis dedos — Le encantaría que la usaras para probar algo — sisee entre dientes. Edward hizo ademán de acercarse y yo lo frene — Enserio, vete — suspiro y pasó su mano por sus cobrizos cabellos.

— Como te dije la otra vez, no lo siento — Y esas fueron sus ultimas palabras antes de irse.

Y yo solo tenía ganas de asesinarlo lentamente, con mis propias manos por jugar de esa forma conmigo.

¿Qué?

¿Acaso no se daba cuenta de cómo había dejado a mi persona por confundirme de aquella manera la primera vez que me beso, que además lo hace una segunda vez?

¿No se daba cuenta que en cualquier otro momento puedo sufrir de un infarto y todo por su culpa?

Jo, como se va a dar cuenta.


7. Insensible, ultra y malditamente insensible: Si quieren su corazón partido en dos, definitivamente llamen a Edward para que haga su labor. Créanme chicas que el solo las utilizara para beneficio propio, sin importarle si las daña o no ¡Después de todo es Edward Cullen! – Lauren, esto es sarcasmo – Es un maldito cerdo, infeliz, desgraciado...

Basta Bella, me dije cuando la punta del lápiz grafito se rompió. Es que, ¡Dios! El solo me hacía pasar por esos 'sustos', más bien me hacia tener los nervios de punta, temblar como una idiota y sudar como si estuviera en pleno desierto del Sahara ¡Para probar algo!

Hmpf, el me besaba, para probar algo, el se acercaba de esa forma a mi para probar algo, Todo lo que hacia era para probar algo.

¿Qué clase de persona sin corazón hace eso? ¡Oh! Edward, el chico que te gusta y lo hace porque no lo sabe y nunca lo sabrá.

Aplausos para ti, Bella.


(1)Es una marca que tiene muchos productos para el cabello :D

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Hola mis amores aqui les dejo otro capitulo!!!

Beth este capitulo te lo dedico para que comiences re bien,con todas las pilas la jornada de trabajo !!

Bessos

Lamb & LAP

Perdida ..

Hola chicas aqui subo una historia que me fue recomendada por una compañera de colegio..se llama Perdida,no es mia la historia sino de edwardsoul y traducido por vrydeus yo solo la publico en mi blog para que más personitas la lea y se apasionen con la historia como yo !!Disfrutenla y porfas comenten asi la autora se sienta bien recibida aqui tambien !!!

***


Capítulo I: Yugular

(Bella's Point of View)

Estaba en el salón en penumbra mirando el reloj como si fuera mi peor enemigo. Observé cómo la manecilla de los segundos seguía moviéndose -tick, tick, tick-, ajena al hecho de que quería con desesperación detener el tiempo para que nunca avanzara. Cerré los ojos y en el silencio casi pude escuchar cada sueño que había mantenido oculto en secreto y en una parte de mi corazón colarse por las grietas de mi alma y disiparse en el aire.

Quince segundos… diez… cinco más… y mis hombros cayeron derrotados mientras el aire escapaba de mis pulmones, agachando la cabeza, rendida. Como siempre lo había hecho, el tiempo había seguido su curso, incluso para mí. El tiempo era insensible, cruel, ciego.

Era la medianoche del día trece de septiembre y ahora tenía veinticinco años. Sacudí la cabeza y una vez más me reprendí a mí misma.

Estúpida Bella. Estúpida, tonta Bella.

Habían pasado siete años desde que se había alejado de mí dejándome en el bosque y otro cumpleaños había llegado. Donde fuera que estuviera, sabía que su mente perfecta nunca olvidaba nada. Lo quisiera o no, recordaría este día como mi cumpleaños y ahora sabría mi edad.

Y no le importaba.

Sabía que era irracional, pero este cumpleaños, el vigésimo quinto, parecía incluso más definitivo. Si alguna vez iba a volver, lo habría hecho antes de que tuviera veinticinco; luego de ello sería simplemente demasiado mayor. La diferencia de edades sería mucha. Había una gran cantidad de vampiros más jóvenes que podrían ocupar el lugar mucho mejor.

Miré el reloj. Un minuto había pasado.

¡Puedes quedarte aquí contando los minutos hasta que tengas noventa y dos y aún así él no volverá! me gritó mi mente como siempre lo hacía. Lo sabía, realmente lo sabía. Pero mi corazón gritaba por algo más.

Él estaba en algún lugar del mundo, inmodificable: el chico perfecto que aún encontraba la manera de invadir mis pensamientos. Su sonrisa torcida aún era perfecta, su cabello broncíneo aún era perfecto, sus brazos aún eran el único lugar en el que quería estar.

Cumpliría veintiséis y luego veintisiete. Tenía que enfrentarlo por última vez.

Éste es el comienzo de mi vida, me dije. No más mirar atrás.

¿Por qué se sentía como una sentencia?

La manecilla del reloj, insensible a mi miseria, todavía se movía. Me volteé, cuadrando los hombros, y volví a la cama.

Escuché el irritante sonido de la alarma y deslicé un brazo fuera del edredón, buscando el botón que acabaría con mi molestia. Mis ojos se entrecerraron en la oscuridad mientras miraba el reloj. Las cinco de la mañana. Oculté el rostro bajo el cobertor y cerré los ojos nuevamente. Fue sólo un momento, pero sólo eso fue suficiente. Antes de que pudiera detenerlo, recordé.

El suave sonido de la lluvia golpeando la ventana de mi habitación me despertó y abrí lentamente los ojos. Miré el reloj y vi que eran las cinco y quince minutos de la mañana. Me revolví en la oscuridad y mis manos le hallaron antes que mis ojos. Me observaba con una sonrisa torcida en su rostro. Mi ángel. Me acerqué y me acurruqué contra él tan cerca como me fuera posible, percibiendo su aroma mientras sentía sus brazos apretarse a mí alrededor. Besé su cuello y escuché su voz musical.

- Son las cinco de la mañana, deberías volver a dormir - murmuró.

- No tengo sueño - susurré contra su oído.

Retiré el edredón para que pudiera deslizarse bajo ellos. Sentí su mano moverse lentamente por mi cabello mientras me miraba y entonces sus labios fríos se posaron sobre los míos mientras le envolvía el cuello con los brazos y atraía su cabeza hacia la almohada.

Mis ojos se abrieron de golpe y retiré las mantas mientras caía de mi cama al suelo, de rodillas. Me tapé la boca con la mano, conteniendo las lágrimas que amenazaban con derramarse y que estaba decidida a nunca mostrar. Estaba enojada. Enojada porque conocía las reglas.

Sal de la cama tan pronto como apagues la alarma, Bella. Nunca te permitas pensar en alguno de esos momentos con la guardia baja.

Sabía por experiencia que tan pronto como dejara mis pensamientos vagar por sí mismos, siempre irían a donde querían ir. Era totalmente consciente de lo que podrían hacerme.

Al menos ese recuerdo sólo duró diez segundos, me dije.

Retiré la mano de mi boca y me puse de pie, dirigiéndome al baño. Cada vez lo controlaba mejor, eso era lo que siempre me decía a mí misma. Cada vez estaba mejor.

Me coloqué unos pantalones cortos, una camiseta, mis zapatillas para correr y me até el iPod al brazo. Escuché cómo la música de rock pesado comenzaba a resonar en mis oídos mientras el elevador bajaba los sesenta y cinco pisos hasta el vestíbulo. Rock pesado y rap era la única clase de música que me permitía escuchar.

Me recogí el cabello en un moño y cerré los ojos, intentando olvidar todo lo que no fuera correr.

Philip, el vigilante que trabajaba a la noche, me saludó con la mano mientras atravesaba el recibidor hacia las puertas. La mayoría de las mañanas corría cinco o seis kilómetros. Las mañanas en que pensaba o despertaba de sueños sobre él, me exigía algo más. Hoy venía venir un día de unos buenos ocho kilómetros. De alguna manera le expulsaría a él de mi cuerpo, de mi corazón.

La brisa fría de septiembre era perfecta para correr y luego de cuatro kilómetros sentí mi mente más clara. El pesado retumbe de la música ayudaba a eliminar los pensamientos indeseados mientras me obligaba a correr más rápido. No era tan torpe como solía serlo, pero tener que concentrarme en no tropezar también ayudaba a mantener la mente alejada de las cosas incorrectas.

Estaba empezando a ser yo misma otra vez. Hice a un lado a la Bella débil y patética y cambié el modo a uno más ávido. Hoy sería uno de los días más determinantes de mi vida; había programado la gran reunión para las ocho de la mañana y sería una importante, definiría la futura dirección de la compañía y de mi carrera.

Negocios había sido mi curso en la universidad, algo para lo que estaba hecha. Estábamos comenzando a tomar la novena parte de Fortuna 500. No había modo de que pudieran escapar, ya los teníamos entre los dientes. Era mi trabajo calentar el asador antes de hacerlos arder.

Luego de la escuela secundaria (un tiempo en el que intentaba no pensar) comencé un nuevo capítulo de mi vida llamado "ser humana". Eso es lo que él quería de mí, que fuera humana, y entonces lo sería.

En la universidad me dediqué completamente a mis estudios. La mente humana es un colador, ¿verdad?. Hice todo lo posible por olvidarle. Tomaba clases todo el año, trabajaba en la librería del campus para poder escabullirme y estudiar a la noche luego de que cerrara, me convertí en la asistente de mis profesores para ganar más crédito, hice de tutora de algunos estudiantes para ganar más dinero y así pagar más estudios, logré hacerme un lugar en la lista del profesor Dean y ser la mejor de la clase.

Los hombres no eran una de mis prioridades. En absoluto. No hacía nada para alentarles; a propósito, "bajé" el nivel de mi apariencia. En la universidad era conocida como La Chica Antisocial. No quería hablar con nadie o que se acercaran a mí, y ciertamente no quería ninguna relación. Sólo deseaba pasar los exámenes, y lo logré. Me gradué con honores a la edad de veintidós. Mi carrera en la compañía no fue para nada lenta, luego de graduarme fui inmediatamente contratada por la corporación en potencia número uno de Nueva York, Berkshire-Hathaway, y luego de ello cada jefe quedaba tan impresionado por mi efectividad en el trabajo y mis métodos crueles de efectuarlo que me promovían constantemente. Destrocé a cualquiera que se interpusiera en mi camino al éxito. Trabajaba más duro que nadie y estaba contenta con la responsabilidad que el CEO había puesto sobre mis hombros. Estar ocupada por el trabajo significa que no tener tiempo libre.

Ahora era la mejor. Luego de sólo tres años en la compañía, a los veinticuatro años, había sido recompensada con el puesto que ocupaba mi antiguo jefe, el Vicepresidente. Me sentí algo mal por haberle robado el trabajo al hombre, pero, vamos, todo es parte de ser 'humano', ¿verdad?.

Regresé al vestíbulo hecha un desastre. Mis oídos pitaban por la música fuerte y molesta, aunque ahora mi cabeza estaba bien concentrada. Estaba lista para aplastar algunos cráneos en la reunión de hoy. Saludé a Oscar, el vigilante del edificio en la mañana, y me precipité al elevador. Mi chofer vendría a recogerme a las siete y media y yo nunca llegaba tarde a ningún lado.

A veces pensaba sobre cuánto había cambiado en los últimos siete años. Cuando mi salario aumentó, hice dos cosas: compré un piso en la quinta avenida y aprendí cómo vestirme para matar. Mi intención no era conseguir un hombre, sino desequilibrar a aquellos que se interpusieran en mi carrera. Era conocida en el alto negocio especializado en cortar gargantas, como la 'Perra en tacones', un título que portaba con orgullo.

Estaba de pie frente a mi gigante armario preguntándome qué ponerme aquel día. Elegí un vestido de color rojo sangre que se ajustaba a mis muslos apretadamente y unos zapatos de cuatro centímetros de tacón que hacían lucir mis piernas extremadamente largas y femeninas. (Practiqué caminar en ellos por dos semanas antes de poder salir en público). Mi cabello largo lo dejé suelto y lo arreglé de manera que ondeara levemente. Estaba tan brillante que prácticamente arrojaba luz cada vez que se movía. Nunca había sido una de las que exageran con el maquillaje, así que preferí una necesaria cuota de rubor, base y pintalabios rojo escarlata para terminar de completar la imagen.

El teléfono sonó; mi chofer había llegado. Me llevé el móvil al oído y comencé a llamar a aquellos de mi equipo que estarían hoy en la reunión, viéndome por última vez al espejo antes de salir por la puerta con mi maletín.

Cuatro de cuatro. Había derrotado a cada compañía en la que había posado mis ojos.

Nunca había perdido.

Mientras el chofer aparcaba el auto enfrente de las oficinas, recibí una llamada más. Era Simmons, mi asistente. Todos estaban sentados en la habitación, preparados. Perfecto. Amaba cazar, especialmente temprano en la mañana. En unas pocas horas la compañía sería nuestra; olía la sangre e iba a matar.

Iba a ir por la yugular y los dejaría secos.

Una hora y media más tarde en la reunión, el adversario finalmente se quebró, consciente de que estaba siendo arrinconado en una esquina sin escapatoria. Sus abogados se tomaban la cabeza entre las manos y gotas de sudor se deslizaban por sus frentes. Olía la victoria. Había hecho ganar 42,5 billones de dólares a la compañía y no eran ni siquiera las diez de la mañana.

Me volteé hacia Simmons y le hice saber con la mirada que le dejaría a cargo la reunión. Me puse de pie.

- Caballeros - dije - ha sido un placer trabajar con ustedes. Los dejaré en las manos de mi equipo - y con eso dejé la habitación. Nunca me molestaba con los detalles. Dejaba eso para la gente pequeña.

Mientras me acercaba a mi oficina, mi secretaria se puso de pie inmediatamente y comenzó a caminar a mi lado con rapidez.

- Señorita Swan, tengo su lista de clientes de este día y sus mensajes telefónicos están en su escritorio. Me tomé la libertad de situar su reunión de almuerzo en el restaurante favorito del cliente - se quedaba sin aliento por correr. La miré confusa. Por Dios, pensé, estoy caminando en tacones de cuatro centímetros, ¿por qué no puede seguirme el ritmo?. Tomó una gran bocanada de aire y empezó nuevo -. El Señor Clooney ha llamado dos veces y dejó un mensaje para usted, diciendo que le llame a su número privado.

Puse los ojos en blanco. Había acudido al estreno de una película como un favor para una productora y este Joe (¿o era George?) Clooney no dejaba de llamarme.

- Por favor, Sally, déshazte de él – dije, exasperada.

- ¿Quiere que me deshaga de George Clooney? - dijo con los ojos muy abiertos.

Ah, era George entonces, estaba en lo correcto.

- Sí, haz lo que sea, dile que tengo una horrible enfermedad o algo – sacudí la mano. Casi habíamos llegado a la oficina para entonces.

- ¡Acaba de ser elegido como el hombre más guapo del planeta! ¡Por tercera vez! - dijo con voz aguda.

No tan hermoso como el hombre que una vez amé…

¡Cállate, Bella!

Sally me dirigía una mirada extraña mientras yo apretaba los dientes y crispaba el rostro.

Tomé una gran bocanada de aire.

- ¿Algo más, Sally? – pregunté.

Me entregó una larga carpeta.

- Aquí está la información que pidió sobre aquella compañía, la Corporación C.

Tomé la carpeta y entré a mi oficina.

- Recuerde que el CEO de Radial Systems estará aquí para reunirse con usted en veinte minutos - alzó la voz y las últimas palabras las pronunció mientras las largas puertas de madera se cerraban en sus narices.

Me senté en mi silla reclinable de cuero y suspiré con alivio.

La primera regla en este negocio es no dejar nunca que el enemigo vea tu miedo. Hoy lo había tenido. Había estado asustada, temiendo que la conquista de la compañía fallara justo enfrente mío. Había estado preocupada de que los abogados del adversario tuvieran algún truco de último minuto bajo la manga, pero al final lo habíamos logrado. Mi equipo y yo habíamos tomado una de las compañías más grandes del mundo.

Sonreí. Era un privilegio que no me permitía muy seguido estos días.

Cinco de cinco. Tenía un expediente repleto de triunfos.

Me recliné hacia atrás en la silla y me volteé para mirar a la ciudad. Tener una oficina con muros hechos de vidrio desde el suelo hasta el techo me otorgaba una visión panorámica del Central Park y una buena parte de Upper Manhattan. Era una vista preciosa. Desde aquí arriba sentía que tenía una ventana al mundo, una ventana con un exterior que yo podía ver sin que nadie me mirara a mí. Que era justo lo que me gustaba. Podía ver a la gente abajo mío sin que nadie supiera nunca que yo estaba allí, sin saber cómo me encontraba internamente.

Me encantaba especialmente la manera en que la ciudad lucía de noche cuando estaba iluminada como un reluciente diamante. Pasaba muchas noches allí, al menos hasta la una o dos de la mañana, y luego iba a casa para dormir unas horas y empezar todo de nuevo.

Me volteé de vuelta a mi escritorio. Aquello era todo el tiempo libre que mi mente podía arriesgar, el instinto me mantenía ocupada la mayoría del tiempo.

Enfrente mío, en la gruesa carpeta que Sally me había entregado, estaba mi nuevo oponente. La abrí para leerla hasta que la hora de la reunión llegara.

Hacía más o menos un año, mientras buscaba expedientes financieros de compañías exitosas, me topé con la Corporación C. Primero, estaba intrigada con los procedimientos que había hecho y, segundo, me sorprendía su secretismo. Mientras leía todo lo que encontraba de ellos, comencé a tener esa sensación que me embargaba cada vez que encontraba una compañía que era perfecta para tomar. Como si yo fuera la depredadora y ellos la presa.

Puse al tanto al CEO, al Señor Sterling Hathaway, sobre la Corporación C, y en menos de una semana ya estábamos comprando desde pequeñas compañías, con quietud, porciones minúsculas que no alertarían a nadie de lo que estábamos haciendo. Tomó algo de esfuerzo, pero seis meses más tarde, habíamos comprado acciones que equivalían al cuarenta y dos por ciento de la compañía. Ahora no faltaba mucho, aunque sí habían, sin embargo, algunas cosas de la Corporación C que no sabía. Como, por ejemplo, quién era el dueño.

Abrí la carpeta con entusiasmo, esperando conseguir la respuesta.

Había contratado internos para pasar meses revisando cada fracción de los expedientes de la compañía. Los archivos contenían información importante que listaba, entre otras cosas, sus debilidades. Los detalles que pedí eran específicos; quería tantos datos como fuera posible. Quería saber qué marca de pasta dental usaba el dueño, cualquier cosa que me ayudara a ganar ventaja. Pero, desde el primer párrafo, era evidente que los internos habían fracasado al igual que yo en intentar adivinar a quién pertenecía la compañía.

Seguí leyendo, segura de que ahora conocería el nombre.

En toda mi carrera, jamás había visto algo así. El billonario dueño de la compañía insistía en mantener el anonimato, la persona había tomado grandes medidas para asegurar el secreto. Esto iba a ser un reto. Todo lo que pude sacar de la información era que la compañía operaba principalmente en países extranjeros y, por alguna extraña razón, Alaska. El dinero había sido obtenido en pequeñas promesas de negocios invertidas en grandes corporaciones productoras de ganancias. El fundador había sido muy cuidadoso y paciente; algunos de los movimientos habían sido registrados a principios de 1900. La compañía fue construida lentamente, casi como si él o ella pensara que tenía todo el tiempo del mundo. La corporación incluso había logrado sobrevivir luego de la Gran Depresión en la década de 1930. El fundador había protegido ávidamente la compañía justo antes de que la bolsa cayera, casi como si supiera que aquello iba a suceder.

Lo que no podía entender era cómo la corporación se había mantenido unida por todo ese tiempo. Seguramente el fundador original había muerto hacía mucho.

Cuando las computadoras comenzaron a salir en 1960, las ganancias de la Corporación C alcanzaron el techo. Otra vez, era casi como si la compañía supiera el efecto astronómico que iba a tener la computación en el mundo.

Cómo se habían mantenido fuera del radar de tantos cazadores como yo, era algo que iba más allá de mi comprensión, pero iba a conseguirlo. Habían tomado muchas medidas para mantenerse en silencio, en privado, pero iba a poseer esta compañía y quebrarla en cientos de fragmentos para venderlas al mejor postor. Tenía que haber alguna pista sobre quién ganaba todo el dinero detrás de la compañía billonaria.

Sentía la sensación de caza otra vez. Mis instintos estaban fluyendo. Este era otro entretenimiento para mantener mi mente ocupada.

La "C" en 'Corporación C' tenía que ser la clave.

- Bien, 'C' - dije, hablándole a la carpeta -. Voy por ti. Te llegará la hora en cuanto te encuentre - y le sonreí.

Sally abrió la puerta con expresión confusa al verme hablándole al escritorio. Hizo una pausa.

- Señorita Swan, el Señor Jensen esta aquí para la reunión.

- Hazlo entrar - dije mientras colocaba la carpeta rápidamente en el cajón más alto.

Olía la sangre fresca y no tendría piedad; no dejaría que la Corporación C se me escapara. Podía ser un verdadero monstruo cuando quería.

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¿Qué me dicen de esta historia,que opinan?¿les parece algo fuerte,distinto..real? Plis chicas comenten ..Para mi este comienzo es muy triste,me quede sin aliento de verdad !! ..Ahora comenten ustedes,quiero saber que piensan esas cabecitas !!

¿Creen que deba seguir subiendo los capitulos?
(Solo comenten !!)

LAP

Lista de imperfecciones por Bella Swan,capítulo 9:Etapa de negación: en progreso.


Capítulo 9: Etapa de negación: en progreso.

6. Malditamente impulsivo: No piensa, solo actúa. Y eso no es bueno, no es bueno para la salud mental y/o emocional de las personas; Eh...yo solo lo sé.

¡Pero tú lo disfrutaste! ¡Oh mierda que sí lo disfrutaste!, pensé.

¡Ah! Cállate, cállate, cállate.

Tome mi almohada y la puse sobre mi rostro. Estaba mal, muy, muy mal. Esto no me estaba pasando a mi, no, claro que no. Jo, deja de mentirte Bella, deja de hacer eso. Hmpf, es mejor que aceptes la realidad de una buena vez.

La realidad, no saben como le temía a la maldita realidad. Bueno, no temer ¡Es que era simplemente absurda! Es decir, ni siquiera se de que realidad estoy hablando. Tal vez de la realidad de que realmente me gusto que Edward me besara; ¡Oh Dios Mio! ¿Yo acabo de decir eso? En fin, después de lo que paso esa tarde, bueno, no he visto a Edward y no es que no quiera verlo; sé que cuando lo vea actuare como que aquí no paso nada, así como '¡Hey! ¿Como Estas? Bien, si ¿El beso? ¡O tranquilo campeón, aquí no paso nada!' si, completamente normal.

Suspire por enésima vez antes de poner de pie, camine al espejo de cuerpo entero que estaba en la puerta de mi armario, y me arme de valor para aceptar la realidad.

- Muy bien Bella, aquí vamos – me dije a mi misma, mirando atentamente mi reflejo en el espejo - Inhala, uno, dos, tres, exhala – levante mis manos repitiendo la acción una vez más.

- No te gusta – le dije a la persona frente a mi, apuntándola con mi dedo índice – Es lindo, si ¡Pero no te gusta! – chille, lo fantástico era que esa persona actuaba igual que yo.

¡Oh diablos! Ahora me estoy volviendo loca.

Volví a mi antigua posición; frente al espejo, y continué con mi monologo. Necesitaba hacer esto para sacar aquellas estúpidas cositas que rondaban en mi cabeza desde que mi querido amigo; porque eso es, mi amigo, Edward Cullen me besó en La Push. Beso, que por cosas irremediables del destino, correspondí como una idiota.

- No te gusta Bella, métetelo en esa cabecita redonda tuya; esa cosa que tienes sobre los hombres y que la sujeta tu cuello – separe mis piernas y puse mis manos en forma de puño; parecía lista para golpear a alguien. A mi misma si era necesario.

- ¡Bella! – Emmett grito entrando a mi habitación, yo tenia un dedo puesto sobre mi reflejo en el espejo, justo en mi cabeza. Emmett ladeo su cabeza y me miro sonriente - ¿Qué estas haciendo? – me pregunto divertido, cuando mis mejillas se sonrojaron porque el me había encontrado en esa embarazosa situación.

- Nada que te importe – le respondí, poniendo mis manos sobre mis caderas - ¿Qué quieres? – le pregunte, ya que había entrado a mi habitación sin golpear. Duh, es Emmett.

- Oh, te buscan – respondió con una sonrisa, cerrando la puerta tras de si. Ahí me vino el pánico. ¿Y si era cierta persona por la cual tenia una estúpida lucha interna?

Aquí vamos otra vez; Inhala, uno, dos, tres, exhala.

No te gusta.

Salí tranquilamente de mi cuarto, baje tranquilamente las escaleras; claro, obviando el hecho de que me temblaba todo, las piernas, las manos...En fin, yo iba tranquila a ver quien era la persona que 'me buscaba'. Y como iba diciendo, entre tranquilamente al living, y efectivamente había alguien que me esperaba.

Trague pesadamente, esto era el infierno.

- Tú y yo tenemos que hablar, seriamente – me dijo con esa voz de soprano que muchas veces odiaba cuando me chillaba que teníamos que cambiar mi armario. Suspire de alivio al ver a Alice parada a un costado del sofá.

- Uh, claro ¿Vamos a mi habitación? – le pregunte, sin saber que era eso tan serio, aunque. Mierda ¿Edward no se atrevería o si? Alice negó con su cabeza y se sentó en el sofá. Me acerque cuidadosamente a la pequeña, que extrañamente estaba seria.

- Esperaremos a que llegue Rose – me dijo, sin mirarme directamente. Rodé mis ojos ¿Ahora Alice estaba enfadada conmigo? Bah, todo yo, siempre yo. Asentí y tome asiento a su lado. Luego de unos minutos en silencio el timbre sonó, me levante para abrirle a Rose.

Esperaba que fuera Rose ¡Esperaba que me hubiera dicho '¡Hey Bella!, decidí ser transexual y me acabo de cambiar el sexo, ¿Qué te parece, Huh?'! pero no tenia tanta suerte. Nunca tuve suerte, hmpf.

- ¡¿Qué haces aquí? – chille, usando dos notas mas arriba de mi natural tono de voz. Edward estaba frente a la puerta con una sonrisa torcida en sus labios, y un hermoso brillo en sus orbes esmeraldas.

- ¡Vaya! Que manera de recibir a tus amigo Bella ¿Huh? – Estaba...radiante. Me empujo suavemente para adentrarse a mi casa, sin mi invitación. Yo era una estatua, una estatua de cemente que habían puesto como adorno en el umbral.

Recuerda Bella, normalidad, eso era lo que ibas a hacer; actual con total y completa normalidad enfrente de Edward. Eso era lo que me recordaba una y otra vez ¿Pero como iba a hacerlo? Debo admitir que el lo esta haciendo de lo más bien. Bien, seguiré su ejemplo.

- ¿Bella? ¡Bella! – parpadee un par de vez antes de enfocar la vista, esta si que era Rosalie. Estaba para frente a mi mirándome con una cara que decía '¿Qué rayos haces para aquí como una idiota?' sonreí levemente y me corrí para dejarla pasar – Vaya, estas mal – Ni me lo recuerdes, pensé mientras suspiraba.

- ¿Qué estas haciendo aquí? – le pregunto Rose a Edward apenas puso un pie en el living, lo miraba con el ceño fruncido. Y ahí venían mas cosas que confirmaban la teoría que en mi mente se creaba. El no pudo haberles dicho ¡No pudo!

- Eso mismo le estaba preguntando yo – agrego Alice, poniéndose de pie junto a su hermano. Claro, el estaba de lo más divertido con la situación, y yo era cual fantasma que deambulaba por la casa. Edward me miro y me guiño un ojo. Rayos, rayos, rayos.

Actúa normal Bella, actúa normal.

- Tranquilas – dijo con parsimonia – Yo solo vine por Emmett, no les quitare su preciado tiempo – agregó rodando sus ojos, mientras tomaba asiento en otro sofá. Alice y Rose posaron inmediatamente su mirada en mi.

- A tu habitación, ahora – ordeno la enana, partiendo a la escalera, seguida de Rosalie y por ultimo estaba yo.

- ¡Eh, Bella! – deje de caminar cuando Edward me llamo, trate de componer mi rostro; Vamos tu puedes, me decía a mi misma, y me voltee. Este me miraba con esa sonrisa impregnada en su rostro.

- ¿Qué? – le pregunte, agradeciendo que me saliera la estúpida vos. Edward rió suavemente y se levanto del sofá. Ahora me daría un ataque al corazón y ¡Adiós mundo cruel, adiós Bella!

- Um, ¿Estas bien? – me pregunto cuidadosamente; como temiendo mi reacción. Rodé mis ojos, estaba bien ¡Claro que lo estaba!

- Ajá – respondí sonriendo. Edward sonrió de vuelta y antes de que agregara algo a la 'amena' charla que estábamos compartiendo un chillido ensordecedor lo detuvo – Es mejor que suba. Conoces a Alice mejor que yo – Edward rió y asintió mientras caminaba devuelta a la sala.

Ves, eso había sido fácil.

- ¿Cómo es eso de que Jacob te besó? – me pregunto Alice, que iba de un lugar a otro en la habitación. Rose me miraba tratando de contener la risa. Por algún extraño motivo y que mi mente no lograba entender; Alice estaba furiosa.

- Um, eso. Salí con el, luego me dejo en el umbral y ¡Pam! Me planto un beso – respondí encogiéndome de hombros. Alice me miro con sus ojos desorbitados y Rose rodaba de la risa en el suelo.

- ¿Así? ¡Así de bruto! ¡Ese Jacob es un tonto! ¿Cómo se le ocurre besarte de esa forma? ¡Dulzura, nene, dulzura! ¡Esa es la clave! – Alice empezó a despotricar por la habitación, me contuve de contestarle 'Oh querida, no te preocupes, tu hermano me compenso con eso. Y créeme el si sabe utilizar la clave'

- ¿Eso era lo que tenían que hablar 'seriamente' conmigo? – pregunto, haciendo comillas en el aire con mis dedos. Alice me miro y asintió, Rose se paro y carraspeo, después de que se le pasara la risa por ver a Alice como cual león enjaulado.

- Jum, bueno. Yo, Rosalie Lillian Hale me entera de otra cosa, por ahí – Rose se sentó en la cama, en medio de Alice y yo, entrelazo sus dedos y los dejo sobre su regazo - ¿Es cierto que Edward se entero de que él es la lista? – Mi ser interior saltaba de felicidad ¡Ninguna de las dos sabia lo que había hecho! inconcientemente, claro.

- Oh, eso. Bueno, no lo sé – Hice una mueca de frustración con mis labios – No lo creo, o ya me lo hubiera dicho o algo – Alice asintió, al mismo tiempo que Rose.

- Queremos ver la lista – Dijeron con una sonrisita al mismo tiempo. Me gire en la cama y estire mi mano para sacar la lista del buró, justo cuando Edward y Emmett entraron a la habitación.

- Oh, cosas de chicas – dijo Emmett, incomodo, después de haber saludo a Rose con un beso. Edward me miraba con el ceño fruncido, no a mi, a la hoja que sostenía entre mis manos – Será mejor que nos vayamos – comento Emmett dando la vuelta.

- Emmett – dijo Edward. Cuando Emmett lo miro este alzo sus cejas, como indicándole que se le olvidaba algo o que se yo.

- Oh, si – Emmett sonrió abiertamente y se tiro sobre la cama. Ouch, mi cama crujió bajo el enorme cuerpo de Emmett – Bueno chicas, aquí con mí querido amigo Edward, a quien ustedes ya conocen – Rodé mis ojos – Hemos decidido hacer una noche de películas; ya que como sabrán, nuestros padres nos abandonan para salir en grupo – Cierto, nuestros padres con los Cullen y los Hale saldrían hoy por la noche – Jazz viene en camino para preparar las cosas – finalizo Emmett sonriendo.

- ¡Yay! ¡Al fin tienes un buen plan Emm! – chillo Alice recobrando su buen estado de animo – Ven grandote, esperaremos a Jazz en la sala, y me dirás que películas tienes planeado que veamos – Alice arrastro a Emmett del brazo escalera abajo.

- Vaya, si no fuera Alice probablemente...- Rose callo, y comenzó a reír.

- Probablemente la destrozarías por llevarse a Emmett...así – complete su frase a lo que ella asintió. Rose paso una mirada de Edward a mi y sonrió, ahora me di cuenta de que tenia otro parecido con Jasper, y era esa sonrisa.

- Iré a buscar a mi novio, y ver que la enanan no le este sobrecalentando su cerebrito – Rose no sonrió y desapareció de mi habitación. Dejándome a solas con Edward.

Rayos, ¿Para que demonios me hicieron sacar la lista si no la verían? y yo aún tenía la lista en mis manos.

Lentamente me pare de la cama y fui directo al cajoncito del buró, escondí la lista entre las hojas de mi libreta y lo cerré; todo esto ante la atenta mirada de Edward, que ahora se encontraba recostado en mi cama.

- Por esas casualidades, Emmett no escogió películas de niños ¿cierto? Tu sabes cuanto ama El Rey León, y llora como un bebé cada vez que muere Mufasa – Edward rió, y palmeo un costado de la cama, junto a el para que tomara asiento. Así lo hice, naturalidad ¿No?

- Mm, no – contesto – Creo que le dijo a Jasper que trajera unas de terror, ya sabes, creo que dijo algo así como – carraspeo, mientras levantaba su cabeza y la acomodaba en mi regazo, haciendo que me sonrojara como los mil demonios – 'Tu sabes Edward; Terror mas chicas, igual a más diversión. Rose se acurrucara junto a mi cada vez que una escena le de miedo y...' Bueno, no creo que quieras saber el resto – agregó, mirándome con una sonrisa en su rostro – De todas formas yo no tendré esa suerte, así que no me importa que veamos – comento restándole importancia.

- ¿Qué suerte? – le pregunte, frunciendo el ceño. Edward rió y estiro su mano, con uno de sus dedos aliso la arruga que se había formado en mi entrecejo.

- La suerte de abrazarte cuando tengas miedo – Rodó sus ojos – Tu siempre te ríes de las películas de terror – agregó, desvié la mirada para que no pudiera ver mi sonrojo.

- Son absurdas, no es mi culpa que sean así – respondí a lo que dijo. Edward suspiro y cerró sus ojos, me quede viéndolo por un momento.

No te gusta. No te gusta. No te gusta. Oh por favor, tan solo hazme caso ¡No te gusta!

- No me disculparé – soltó de repente, abriendo sus ojos que brillaban con más intensidad que antes – Porque no me arrepiento – sonrío ladinamente y yo tuve que recordar lo que había dicho anteriormente.

Es tu amigo, no te gusta.

- Claro, Bella Swan ahora esta en tu lista de chicas – bromee, rodando los ojos. Tratando de ocultar como me sentía realmente. Nerviosa, y ¡Oh Dios! Malditamente feliz, por alguna extraña razón.

- Yo no tengo una lista de chicas – replico, frunciendo el ceño – No como tu que tienes una lista – Bien Bella, era hora de centrar el tema en otra cosa.

- Será mejor que bajemos – comente, tratando de que su mente se desviara de la lista. Edward resoplo y se levanto a regañadientes. Mire el reloj que colgaba en la pared de mi pieza, las seis treinta. Nuestros padres saldrían alrededor de las ocho.

Alice estaba sentada junto a Jazz y Emmett revisando las películas que había traído; Rose se encontraba ayudando a mamá con su peinado para la cena de esta noche. Edward y yo nos acercamos a los chicos, pero estos escondieron las películas de nuestra vista.

- ¡Ey! Yo también quiero ver – les dije, cruzándome de brazos al sentirme excluida - ¡Muestren! – chille, asomándome por el hombro de Emmett para tratar de ver algo.

- Nop, es una sorpresa – dijo Alice sonriendo – Ahora, ve a hacer las palomitas con Edward, todas las cosas están en la cocina – Alice se giro y siguió hablando con los chicos sobre que era mejor: Comedia o terror.

- Ve a hacer las palomitas – remede a Alice – Como si fuera tan difícil hacer palomitas – solté enfurruñada mientras entraba a la cocina seguida de Edward.

- Lo es para Alice – comento, soltando una pequeña risita que me hizo estremecer – Cualquier cosa referente a la cocina es difícil para Alice – agregó, tomando el maíz que estaba en una bolsa sobre la encimera. Bufe, sacando una olla que estaba en el último cajón.

- ¿Maíz? ¿No podía Jazz simplemente comprara esas bolsas instantáneas? – Pregunte, mirando los pequeños granitos – Claro, mas trabajo para la pobre de Bella – suspire teatralmente, echando una porción de maíz a la olla y cierta cantidad de azúcar; cubriéndola bien para que no saltaran las palomitas a todas partes.

- Ahora a esperar – dijo Edward, apoyando su espalda a la encimera, junto a mí.

Estuvimos todo el rato en silencio, lo único que se sentía era el sonido del maíz convirtiéndose en palomitas 'Pop, pop, pop' sonaba cada dos por tres. Edward movida sus dedos intranquilamente sobre la encimera, y yo estaba demasiado perdida viendo una mancha en el techo de la cocina, tendría que limpiarla luego.

¡Oh! ¿A quien quiero engañar?

Estaba aterrada.

Se preguntaran, ¿Por qué estas aterrada Bella?

Y eso, era lo más simple.

Edward, el mismo Edward que esta a mi lado, es mi mejor amigo; Y no se supone que yo sienta ciertos tipos de cosas por el, porque como dije anteriormente y valga la redundancia, es mi amigo. Pero no puedo evitar las malditas abejas; si, abejas, porque no son maripositas ¡Son abejas!; como decía, no puedo evitar que las abejas comiencen a zumbar de un lado a otro en mi estomago, cada vez que mi amigo esta cerca; No puedo evitar que las manos me suden asquerosamente cada vez que mi amigo sonríe; Y no puedo evitar sentir mi cuerpo desfallecer cada vez que mi querido amigo dice una insignificante palabra con esa exquisita voz que tiene.

¿Oh rayos, enserio acabo de decir eso?

Pero bueno, obviando todas esas cosas que dije anteriormente; omitiendo seria lo correcto, no me gusta ni nada, porque es mi amigo.

- Están listas Bella – la voz de Edward me llego desde la lejanía, trate de comportarme normal; como lo venia haciendo, y sacar las cosas que habían venido rápidamente a mi retorcida mente.

Dimos vuelta la olla con las palomitas en un recipiente que saque del cajón ¡Renée coleccionaba este tipo de cosas! Era impresionante la cantidad de recipientes que había. Edward revolvió las palomitas para que no quedaran pegadas entre si, y se hecho una a la boca.

- Aa – me dijo, sosteniendo una palomita en su mano – Vamos, abre la boca. ¡Aa! – Mis mejillas se colorearon, abrí mi boca y rodé mis ojos. Edward soplo la palomita y la metió en mi boca. Sonrió torcidamente – Deliciosas ¿no? – me pregunto, tomando el recipiente en sus manos. Yo solo asentí.


- ¡Nos vemos cariños! – Mamá y Esme chillaron desde la puerta. Esme había venido junto a Carlisle en búsqueda de mis padres, y así pasarían a buscar a Lillian y William, los padres de Rosalie y Jasper, para llegar finalmente a su destinado. Oh, destino que era desconocido para todos nosotros.

- Chicos – ese era Charlie – Cuiden de nuestras princesas – Rodé mis ojos cuando Charlie hizo un gesto de vigilancia con sus dedos.

- ¡Señor, si señor! – Conteste Emmett poniéndose de pie súbitamente y haciendo un saludo militar. Charlie y Carlisle rieron antes de salir tras sus mujeres.

Emmett se giro donde nos encontrábamos todos amontonados en los sofás, frente al televisor. El idiota de mi hermano tenía una expresión escalofriante en su rostro, froto sus manos de forma 'macabra' antes de hablar con un tono de voz más grueso que el de costumbre.

- Bienvenidos a la maratón del terror – dijo, agregando una de esas risas que utilizan los malos de las películas. Aunque al pobre le sonó más como la risa de Cerebro, el chico que salía en El laboratorio de Dexter (1)

- Bien Emmett, toma asiento – le dijo Alice, moviendo su mano varias veces para restarle importancia a lo que había dicho el grandulón – Nuestros chicos aquí – la enana me apunto a mi y luego a Edward – Hicieron palomitas ¿Qué lindo, no? Bueno, así que es hora de que vayan acomodándose ¡Ey! ¡Ese puesto es mío y de Jazzy! – Chillo Alice cuando Emmett y Rose se tomaron la frazada que estaba en el suelo.

Alice y Jasper ocuparon el sofá pequeño, eso me dejaba a mi y a Edward en el sofá grande. Bien, fácilmente podía sentarme al otro extremo y ni siquiera tocarlo. Agh, Bella, normalidad. Rose tomo la película entre sus manos y la puso en el DVD, así fue como empezó 'El Orfanato', lo admito, no estaba tan mala; pero en realidad lo único que hacía era comer palomitas. A la segunda película me estire a lo largo del sofá, Edward me imito y se estiro frente a mi.

Jo. Como decía 'normalidad'

Las primeras imágenes de la película 'Arrástrame al infierno' se hicieron presente en la pantalla...luego de unos minutos no pude aguantar más y rompí en risas ¡Dios! ¿Un maldito trapo asesino? ¡Que diablos! Los chicos me mandaron a callar, y yo trate con todas mis fuerzas de olvidar de aquella escena.

Unas dos películas más, unos cuantos chillidos por parte de Alice, Rose y Emmett; y claro, unas sonrisas picaras de Emmett cuando Rose se acurruco junto a el y se cubrió los ojos. Bueno, todo eso e incluso más fue suficiente para que quedaran exhaustos, y a la mitad de 'Silent Hill' todos dormían en la sala.

Todos excepto yo.

Y lo que venia negando desde principio de este día, o tal vez desde incluso más atrás. Bueno, todos mis intentos por negarlo se fueron a la basura, todos; Y solo por el simple de hecho de verlo aquí junto a mi, tendido a lo largo del sofá, con sus ojos cerrados, su respiración acompasada, con su cabello mas alborotado que de costumbre, y esos pequeños suspiros que soltaba mientras trataba de encontrar una posición cómoda en el sofá. Todo eso fue más que suficiente para que me dejara de babosadas.

- ¡Oh Dios Mio! ¿M-me gusta? – murmure bajo mi aliento, sin que nadie me escuchara; ya que todos dormían placidamente. Mis ojos abiertos de dos en dos y mi mano cubriendo mi boca por la temida realidad que había salido finalmente a la luz.

Mierda.

Jo, definitivamente Bella no te gusta, para nada «Nótese el maldito sarcasmo que estaba usando».

Esto se merecía una página entera de mi diario. Um, claro; si tuviera uno. Gracias al cielo había progresado algo en mi etapa de negación.

Un gran paso para mi.


(1) Caricatura que trata sobre un pequeño niño genio llamado Dexter que tiene su propio laboratorio, y hace sus grandes y propios inventos, los cuales son la causa de sus aventuras :B

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Holaa Beth y a todas las niñas anonimas que leen los fic de Lamp !!

Pues por lo que ya se han dado cuenta Bella es super terca en este fic asi que solo tienen que esperar a leer los proximos capiss para saber si cambia o no de actitud jajj xD

Beth ..eres igual que yo !! Si no leo un capitulo de todos los fics que leo no puedo comenzar bien el día !!,te lo juro :D Asi que a partir de ahora siempre te voy a asegurar que tendras un capi día por medio !! Que lamentablemente son los días que puedo estar conectada :)
Gracias por tus alentadoras palabras tanto a mi como a Lamp nos llena de orgullo !!

Bessos a ti y a todas las demas personitas hermosas que visitan mi blog !!

LAP