BIENVENIDAS/OS A MI MUNDO, AQUI ME DEJO LLEVAR POR LA IMAGINACIÓN, POR FAVOR RESPETA MIS HISTORIAS.. GRACIAS POR DEDICARME TU TIEMPITO !! LAP

viernes, 14 de mayo de 2010

Perdida ..

Hola chicas aqui subo una historia que me fue recomendada por una compañera de colegio..se llama Perdida,no es mia la historia sino de edwardsoul y traducido por vrydeus yo solo la publico en mi blog para que más personitas la lea y se apasionen con la historia como yo !!Disfrutenla y porfas comenten asi la autora se sienta bien recibida aqui tambien !!!

***


Capítulo I: Yugular

(Bella's Point of View)

Estaba en el salón en penumbra mirando el reloj como si fuera mi peor enemigo. Observé cómo la manecilla de los segundos seguía moviéndose -tick, tick, tick-, ajena al hecho de que quería con desesperación detener el tiempo para que nunca avanzara. Cerré los ojos y en el silencio casi pude escuchar cada sueño que había mantenido oculto en secreto y en una parte de mi corazón colarse por las grietas de mi alma y disiparse en el aire.

Quince segundos… diez… cinco más… y mis hombros cayeron derrotados mientras el aire escapaba de mis pulmones, agachando la cabeza, rendida. Como siempre lo había hecho, el tiempo había seguido su curso, incluso para mí. El tiempo era insensible, cruel, ciego.

Era la medianoche del día trece de septiembre y ahora tenía veinticinco años. Sacudí la cabeza y una vez más me reprendí a mí misma.

Estúpida Bella. Estúpida, tonta Bella.

Habían pasado siete años desde que se había alejado de mí dejándome en el bosque y otro cumpleaños había llegado. Donde fuera que estuviera, sabía que su mente perfecta nunca olvidaba nada. Lo quisiera o no, recordaría este día como mi cumpleaños y ahora sabría mi edad.

Y no le importaba.

Sabía que era irracional, pero este cumpleaños, el vigésimo quinto, parecía incluso más definitivo. Si alguna vez iba a volver, lo habría hecho antes de que tuviera veinticinco; luego de ello sería simplemente demasiado mayor. La diferencia de edades sería mucha. Había una gran cantidad de vampiros más jóvenes que podrían ocupar el lugar mucho mejor.

Miré el reloj. Un minuto había pasado.

¡Puedes quedarte aquí contando los minutos hasta que tengas noventa y dos y aún así él no volverá! me gritó mi mente como siempre lo hacía. Lo sabía, realmente lo sabía. Pero mi corazón gritaba por algo más.

Él estaba en algún lugar del mundo, inmodificable: el chico perfecto que aún encontraba la manera de invadir mis pensamientos. Su sonrisa torcida aún era perfecta, su cabello broncíneo aún era perfecto, sus brazos aún eran el único lugar en el que quería estar.

Cumpliría veintiséis y luego veintisiete. Tenía que enfrentarlo por última vez.

Éste es el comienzo de mi vida, me dije. No más mirar atrás.

¿Por qué se sentía como una sentencia?

La manecilla del reloj, insensible a mi miseria, todavía se movía. Me volteé, cuadrando los hombros, y volví a la cama.

Escuché el irritante sonido de la alarma y deslicé un brazo fuera del edredón, buscando el botón que acabaría con mi molestia. Mis ojos se entrecerraron en la oscuridad mientras miraba el reloj. Las cinco de la mañana. Oculté el rostro bajo el cobertor y cerré los ojos nuevamente. Fue sólo un momento, pero sólo eso fue suficiente. Antes de que pudiera detenerlo, recordé.

El suave sonido de la lluvia golpeando la ventana de mi habitación me despertó y abrí lentamente los ojos. Miré el reloj y vi que eran las cinco y quince minutos de la mañana. Me revolví en la oscuridad y mis manos le hallaron antes que mis ojos. Me observaba con una sonrisa torcida en su rostro. Mi ángel. Me acerqué y me acurruqué contra él tan cerca como me fuera posible, percibiendo su aroma mientras sentía sus brazos apretarse a mí alrededor. Besé su cuello y escuché su voz musical.

- Son las cinco de la mañana, deberías volver a dormir - murmuró.

- No tengo sueño - susurré contra su oído.

Retiré el edredón para que pudiera deslizarse bajo ellos. Sentí su mano moverse lentamente por mi cabello mientras me miraba y entonces sus labios fríos se posaron sobre los míos mientras le envolvía el cuello con los brazos y atraía su cabeza hacia la almohada.

Mis ojos se abrieron de golpe y retiré las mantas mientras caía de mi cama al suelo, de rodillas. Me tapé la boca con la mano, conteniendo las lágrimas que amenazaban con derramarse y que estaba decidida a nunca mostrar. Estaba enojada. Enojada porque conocía las reglas.

Sal de la cama tan pronto como apagues la alarma, Bella. Nunca te permitas pensar en alguno de esos momentos con la guardia baja.

Sabía por experiencia que tan pronto como dejara mis pensamientos vagar por sí mismos, siempre irían a donde querían ir. Era totalmente consciente de lo que podrían hacerme.

Al menos ese recuerdo sólo duró diez segundos, me dije.

Retiré la mano de mi boca y me puse de pie, dirigiéndome al baño. Cada vez lo controlaba mejor, eso era lo que siempre me decía a mí misma. Cada vez estaba mejor.

Me coloqué unos pantalones cortos, una camiseta, mis zapatillas para correr y me até el iPod al brazo. Escuché cómo la música de rock pesado comenzaba a resonar en mis oídos mientras el elevador bajaba los sesenta y cinco pisos hasta el vestíbulo. Rock pesado y rap era la única clase de música que me permitía escuchar.

Me recogí el cabello en un moño y cerré los ojos, intentando olvidar todo lo que no fuera correr.

Philip, el vigilante que trabajaba a la noche, me saludó con la mano mientras atravesaba el recibidor hacia las puertas. La mayoría de las mañanas corría cinco o seis kilómetros. Las mañanas en que pensaba o despertaba de sueños sobre él, me exigía algo más. Hoy venía venir un día de unos buenos ocho kilómetros. De alguna manera le expulsaría a él de mi cuerpo, de mi corazón.

La brisa fría de septiembre era perfecta para correr y luego de cuatro kilómetros sentí mi mente más clara. El pesado retumbe de la música ayudaba a eliminar los pensamientos indeseados mientras me obligaba a correr más rápido. No era tan torpe como solía serlo, pero tener que concentrarme en no tropezar también ayudaba a mantener la mente alejada de las cosas incorrectas.

Estaba empezando a ser yo misma otra vez. Hice a un lado a la Bella débil y patética y cambié el modo a uno más ávido. Hoy sería uno de los días más determinantes de mi vida; había programado la gran reunión para las ocho de la mañana y sería una importante, definiría la futura dirección de la compañía y de mi carrera.

Negocios había sido mi curso en la universidad, algo para lo que estaba hecha. Estábamos comenzando a tomar la novena parte de Fortuna 500. No había modo de que pudieran escapar, ya los teníamos entre los dientes. Era mi trabajo calentar el asador antes de hacerlos arder.

Luego de la escuela secundaria (un tiempo en el que intentaba no pensar) comencé un nuevo capítulo de mi vida llamado "ser humana". Eso es lo que él quería de mí, que fuera humana, y entonces lo sería.

En la universidad me dediqué completamente a mis estudios. La mente humana es un colador, ¿verdad?. Hice todo lo posible por olvidarle. Tomaba clases todo el año, trabajaba en la librería del campus para poder escabullirme y estudiar a la noche luego de que cerrara, me convertí en la asistente de mis profesores para ganar más crédito, hice de tutora de algunos estudiantes para ganar más dinero y así pagar más estudios, logré hacerme un lugar en la lista del profesor Dean y ser la mejor de la clase.

Los hombres no eran una de mis prioridades. En absoluto. No hacía nada para alentarles; a propósito, "bajé" el nivel de mi apariencia. En la universidad era conocida como La Chica Antisocial. No quería hablar con nadie o que se acercaran a mí, y ciertamente no quería ninguna relación. Sólo deseaba pasar los exámenes, y lo logré. Me gradué con honores a la edad de veintidós. Mi carrera en la compañía no fue para nada lenta, luego de graduarme fui inmediatamente contratada por la corporación en potencia número uno de Nueva York, Berkshire-Hathaway, y luego de ello cada jefe quedaba tan impresionado por mi efectividad en el trabajo y mis métodos crueles de efectuarlo que me promovían constantemente. Destrocé a cualquiera que se interpusiera en mi camino al éxito. Trabajaba más duro que nadie y estaba contenta con la responsabilidad que el CEO había puesto sobre mis hombros. Estar ocupada por el trabajo significa que no tener tiempo libre.

Ahora era la mejor. Luego de sólo tres años en la compañía, a los veinticuatro años, había sido recompensada con el puesto que ocupaba mi antiguo jefe, el Vicepresidente. Me sentí algo mal por haberle robado el trabajo al hombre, pero, vamos, todo es parte de ser 'humano', ¿verdad?.

Regresé al vestíbulo hecha un desastre. Mis oídos pitaban por la música fuerte y molesta, aunque ahora mi cabeza estaba bien concentrada. Estaba lista para aplastar algunos cráneos en la reunión de hoy. Saludé a Oscar, el vigilante del edificio en la mañana, y me precipité al elevador. Mi chofer vendría a recogerme a las siete y media y yo nunca llegaba tarde a ningún lado.

A veces pensaba sobre cuánto había cambiado en los últimos siete años. Cuando mi salario aumentó, hice dos cosas: compré un piso en la quinta avenida y aprendí cómo vestirme para matar. Mi intención no era conseguir un hombre, sino desequilibrar a aquellos que se interpusieran en mi carrera. Era conocida en el alto negocio especializado en cortar gargantas, como la 'Perra en tacones', un título que portaba con orgullo.

Estaba de pie frente a mi gigante armario preguntándome qué ponerme aquel día. Elegí un vestido de color rojo sangre que se ajustaba a mis muslos apretadamente y unos zapatos de cuatro centímetros de tacón que hacían lucir mis piernas extremadamente largas y femeninas. (Practiqué caminar en ellos por dos semanas antes de poder salir en público). Mi cabello largo lo dejé suelto y lo arreglé de manera que ondeara levemente. Estaba tan brillante que prácticamente arrojaba luz cada vez que se movía. Nunca había sido una de las que exageran con el maquillaje, así que preferí una necesaria cuota de rubor, base y pintalabios rojo escarlata para terminar de completar la imagen.

El teléfono sonó; mi chofer había llegado. Me llevé el móvil al oído y comencé a llamar a aquellos de mi equipo que estarían hoy en la reunión, viéndome por última vez al espejo antes de salir por la puerta con mi maletín.

Cuatro de cuatro. Había derrotado a cada compañía en la que había posado mis ojos.

Nunca había perdido.

Mientras el chofer aparcaba el auto enfrente de las oficinas, recibí una llamada más. Era Simmons, mi asistente. Todos estaban sentados en la habitación, preparados. Perfecto. Amaba cazar, especialmente temprano en la mañana. En unas pocas horas la compañía sería nuestra; olía la sangre e iba a matar.

Iba a ir por la yugular y los dejaría secos.

Una hora y media más tarde en la reunión, el adversario finalmente se quebró, consciente de que estaba siendo arrinconado en una esquina sin escapatoria. Sus abogados se tomaban la cabeza entre las manos y gotas de sudor se deslizaban por sus frentes. Olía la victoria. Había hecho ganar 42,5 billones de dólares a la compañía y no eran ni siquiera las diez de la mañana.

Me volteé hacia Simmons y le hice saber con la mirada que le dejaría a cargo la reunión. Me puse de pie.

- Caballeros - dije - ha sido un placer trabajar con ustedes. Los dejaré en las manos de mi equipo - y con eso dejé la habitación. Nunca me molestaba con los detalles. Dejaba eso para la gente pequeña.

Mientras me acercaba a mi oficina, mi secretaria se puso de pie inmediatamente y comenzó a caminar a mi lado con rapidez.

- Señorita Swan, tengo su lista de clientes de este día y sus mensajes telefónicos están en su escritorio. Me tomé la libertad de situar su reunión de almuerzo en el restaurante favorito del cliente - se quedaba sin aliento por correr. La miré confusa. Por Dios, pensé, estoy caminando en tacones de cuatro centímetros, ¿por qué no puede seguirme el ritmo?. Tomó una gran bocanada de aire y empezó nuevo -. El Señor Clooney ha llamado dos veces y dejó un mensaje para usted, diciendo que le llame a su número privado.

Puse los ojos en blanco. Había acudido al estreno de una película como un favor para una productora y este Joe (¿o era George?) Clooney no dejaba de llamarme.

- Por favor, Sally, déshazte de él – dije, exasperada.

- ¿Quiere que me deshaga de George Clooney? - dijo con los ojos muy abiertos.

Ah, era George entonces, estaba en lo correcto.

- Sí, haz lo que sea, dile que tengo una horrible enfermedad o algo – sacudí la mano. Casi habíamos llegado a la oficina para entonces.

- ¡Acaba de ser elegido como el hombre más guapo del planeta! ¡Por tercera vez! - dijo con voz aguda.

No tan hermoso como el hombre que una vez amé…

¡Cállate, Bella!

Sally me dirigía una mirada extraña mientras yo apretaba los dientes y crispaba el rostro.

Tomé una gran bocanada de aire.

- ¿Algo más, Sally? – pregunté.

Me entregó una larga carpeta.

- Aquí está la información que pidió sobre aquella compañía, la Corporación C.

Tomé la carpeta y entré a mi oficina.

- Recuerde que el CEO de Radial Systems estará aquí para reunirse con usted en veinte minutos - alzó la voz y las últimas palabras las pronunció mientras las largas puertas de madera se cerraban en sus narices.

Me senté en mi silla reclinable de cuero y suspiré con alivio.

La primera regla en este negocio es no dejar nunca que el enemigo vea tu miedo. Hoy lo había tenido. Había estado asustada, temiendo que la conquista de la compañía fallara justo enfrente mío. Había estado preocupada de que los abogados del adversario tuvieran algún truco de último minuto bajo la manga, pero al final lo habíamos logrado. Mi equipo y yo habíamos tomado una de las compañías más grandes del mundo.

Sonreí. Era un privilegio que no me permitía muy seguido estos días.

Cinco de cinco. Tenía un expediente repleto de triunfos.

Me recliné hacia atrás en la silla y me volteé para mirar a la ciudad. Tener una oficina con muros hechos de vidrio desde el suelo hasta el techo me otorgaba una visión panorámica del Central Park y una buena parte de Upper Manhattan. Era una vista preciosa. Desde aquí arriba sentía que tenía una ventana al mundo, una ventana con un exterior que yo podía ver sin que nadie me mirara a mí. Que era justo lo que me gustaba. Podía ver a la gente abajo mío sin que nadie supiera nunca que yo estaba allí, sin saber cómo me encontraba internamente.

Me encantaba especialmente la manera en que la ciudad lucía de noche cuando estaba iluminada como un reluciente diamante. Pasaba muchas noches allí, al menos hasta la una o dos de la mañana, y luego iba a casa para dormir unas horas y empezar todo de nuevo.

Me volteé de vuelta a mi escritorio. Aquello era todo el tiempo libre que mi mente podía arriesgar, el instinto me mantenía ocupada la mayoría del tiempo.

Enfrente mío, en la gruesa carpeta que Sally me había entregado, estaba mi nuevo oponente. La abrí para leerla hasta que la hora de la reunión llegara.

Hacía más o menos un año, mientras buscaba expedientes financieros de compañías exitosas, me topé con la Corporación C. Primero, estaba intrigada con los procedimientos que había hecho y, segundo, me sorprendía su secretismo. Mientras leía todo lo que encontraba de ellos, comencé a tener esa sensación que me embargaba cada vez que encontraba una compañía que era perfecta para tomar. Como si yo fuera la depredadora y ellos la presa.

Puse al tanto al CEO, al Señor Sterling Hathaway, sobre la Corporación C, y en menos de una semana ya estábamos comprando desde pequeñas compañías, con quietud, porciones minúsculas que no alertarían a nadie de lo que estábamos haciendo. Tomó algo de esfuerzo, pero seis meses más tarde, habíamos comprado acciones que equivalían al cuarenta y dos por ciento de la compañía. Ahora no faltaba mucho, aunque sí habían, sin embargo, algunas cosas de la Corporación C que no sabía. Como, por ejemplo, quién era el dueño.

Abrí la carpeta con entusiasmo, esperando conseguir la respuesta.

Había contratado internos para pasar meses revisando cada fracción de los expedientes de la compañía. Los archivos contenían información importante que listaba, entre otras cosas, sus debilidades. Los detalles que pedí eran específicos; quería tantos datos como fuera posible. Quería saber qué marca de pasta dental usaba el dueño, cualquier cosa que me ayudara a ganar ventaja. Pero, desde el primer párrafo, era evidente que los internos habían fracasado al igual que yo en intentar adivinar a quién pertenecía la compañía.

Seguí leyendo, segura de que ahora conocería el nombre.

En toda mi carrera, jamás había visto algo así. El billonario dueño de la compañía insistía en mantener el anonimato, la persona había tomado grandes medidas para asegurar el secreto. Esto iba a ser un reto. Todo lo que pude sacar de la información era que la compañía operaba principalmente en países extranjeros y, por alguna extraña razón, Alaska. El dinero había sido obtenido en pequeñas promesas de negocios invertidas en grandes corporaciones productoras de ganancias. El fundador había sido muy cuidadoso y paciente; algunos de los movimientos habían sido registrados a principios de 1900. La compañía fue construida lentamente, casi como si él o ella pensara que tenía todo el tiempo del mundo. La corporación incluso había logrado sobrevivir luego de la Gran Depresión en la década de 1930. El fundador había protegido ávidamente la compañía justo antes de que la bolsa cayera, casi como si supiera que aquello iba a suceder.

Lo que no podía entender era cómo la corporación se había mantenido unida por todo ese tiempo. Seguramente el fundador original había muerto hacía mucho.

Cuando las computadoras comenzaron a salir en 1960, las ganancias de la Corporación C alcanzaron el techo. Otra vez, era casi como si la compañía supiera el efecto astronómico que iba a tener la computación en el mundo.

Cómo se habían mantenido fuera del radar de tantos cazadores como yo, era algo que iba más allá de mi comprensión, pero iba a conseguirlo. Habían tomado muchas medidas para mantenerse en silencio, en privado, pero iba a poseer esta compañía y quebrarla en cientos de fragmentos para venderlas al mejor postor. Tenía que haber alguna pista sobre quién ganaba todo el dinero detrás de la compañía billonaria.

Sentía la sensación de caza otra vez. Mis instintos estaban fluyendo. Este era otro entretenimiento para mantener mi mente ocupada.

La "C" en 'Corporación C' tenía que ser la clave.

- Bien, 'C' - dije, hablándole a la carpeta -. Voy por ti. Te llegará la hora en cuanto te encuentre - y le sonreí.

Sally abrió la puerta con expresión confusa al verme hablándole al escritorio. Hizo una pausa.

- Señorita Swan, el Señor Jensen esta aquí para la reunión.

- Hazlo entrar - dije mientras colocaba la carpeta rápidamente en el cajón más alto.

Olía la sangre fresca y no tendría piedad; no dejaría que la Corporación C se me escapara. Podía ser un verdadero monstruo cuando quería.

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¿Qué me dicen de esta historia,que opinan?¿les parece algo fuerte,distinto..real? Plis chicas comenten ..Para mi este comienzo es muy triste,me quede sin aliento de verdad !! ..Ahora comenten ustedes,quiero saber que piensan esas cabecitas !!

¿Creen que deba seguir subiendo los capitulos?
(Solo comenten !!)

LAP

1 comentario:

vrydeus dijo...

Hola. Soy vrydeus, la chica que tradujo este fic. Realmente me sorprendió encontrarme con la historia aquí, porque no recuerdo haber dado mi autorización para que sea publicada en otro lado. Si bien la historia en sí no me pertenece, la traducción sí, y me parece incorrecto que la hayas posteado sin preguntarme siquiera primero, ni a mí ni a la autora del fic original, ya que en realidad es ella la que tiene la palabra aquí.

Te pido que por favor borres la historia del sitio, ¿vale? No es por ser antipática, pero es que ya me ha pasado un par de veces antes esto de que haya gente que publique esta historia sin avisarme y sin mi permiso, y llega un punto donde ya cansa. Si no quieres que las lectoras que te siguen aquí pierdan la oportunidad de leer la historia, tan solo dales el link a donde el fic fue publicado originalmente en fanfiction.net, que para eso está.

Repito, no intento ser antipática. Son las 2 de la mañana, tengo mucho sueño y por ahí sueno ruda, pero debes saber que no va con intención, y que esto te lo digo con toda la mejor onda :) Un beso y me alegra de verdad que hayas disfrutado el fic, que yo también lo disfruté mucho en su momento.

Y como no estoy registrada ni nada, te dejo mi mail para que me respondas: jackie.carp19@hotmail.com

Saludos y que te vaya bien!